Por: Julio Víctor Ramírez, hijo
Durante este mes de agosto he visto con mucho interés cómo la gente se ha hecho partícipe del llamado “Reto de la cubeta de agua con hielo”, a beneficio de la organización que lucha contra la condición de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA o ALS, por sus siglas en inglés.); o como se le conoce comúnmente, “la enfermedad de Lou Gehrig”.
Usaré las siglas “ALS”, porque en Puerto Rico, las siglas “ELA” polarizan al pueblo.
Muchas personas, desde celebridades del cine y la televisión, estrellas deportivas, figuras públicas y ciudadanos privados, han aceptado ese reto. Bien por ellos, pues en su gran mayoría, lo han hecho con el genuino deseo de aportar a tan noble causa.
Como expliqué en un escrito anterior, la condición de ALS no fue la que motivó inicialmente el reto de los cubetazos, sino que quien lo comenzó fue una dama de Nueva Zelandia que buscaba concienciar sobre la condición de cáncer de su hijo de cinco años.
Pero realmente el tema que nos ocupa, es la cantidad de políticos que aprovechando la popularidad que esta práctica ha generado en semanas recientes, han estado buscando la atención de la Prensa.
Que conste, que nadie les quita el derecho de vaciarse encima cuantas cubetas de agua deseen.
Pero llegar al extremo de convocar a los periodistas, llevar a sus oficiales de prensa para que le tomen fotos y vídeos, y luego distribuirlos con un comunicado para que se los publiquen, como hubiesen hecho la gran hazaña, llega al colmo del oportunismo.
Estoy consciente de que estos “especímenes” se alimentan de la publicidad que puedan recibir, particularmente si es gratuita, pero pretender que les publiquen sus fotos o sus vídeos, o enviar convocatorias para que los medios estén presentes cuando se vacíen encima las cubetas, es absurdo.
Ese tipo de actitud es el que me ha hecho poner en tela de juicio la sinceridad de estas personas, al momento de unirse a la causa del ALS. Sería interesante saber si en realidad hicieron la aportación económica que ofrecieron.
Cosa interesante, es que en algunos casos, vine a saber quiénes eran algunos de estos “honorables” funcionarios en medio de estas circunstancias, pues como funcionarios electos no han hecho nada del otro mundo para poder destacarse y conseguir el factor de reconocimiento público que tanto anhelan.
Así las cosas, cuando vea un político involucrado en este tipo de actividad, sea en favor de la lucha contra el ALS o cualquier otra enfermedad, y hace mucho ruido para que la gente se entere, pregúntese cuál es su verdadera intención. Cuestione su sinceridad…
Muy cierto. Cualquier excusa es buena.
Aunque casi nunca revelo los donativos que hago, fuera de la entidad beneficiada y el Departamento de Hacienda en la planilla, porque creo que la verdadera caridad es anónima, en el caso del reto del ELA tiene, por necesidad, que ser pública. En mi caso, me complació incluir a dos sobrinos, para que aprendan el valor de la caridad y la solidaridad, a un joven actor que aparece en el filme (bueno, técnicamnte no «filme» ya que hoy en día todo es digital!) boricua «200 Cartas» (que pronto sale en DVD y merece ser visto) Jonathan Ramos y el disidente cubano Anyer Blanco, quien a su vez lanzó retos a un líder de la disidencia en Santiago, con lo cual el reto entró a Cuba. Encontré el reto personalmente entretenido, instructivo y, para la asociación que combate el ELA, efectivo (última vez que cotejé habían levantado sobre $70 millones).