Es hora de cambiar la política: Un partido sin partido

El líder sindical Iván Vargas Muñiz (Archivo).

Por Iván Vargas Muñiz

Todos hemos sido testigos del rumbo que ha tomado nuestro país, a causa de quienes han ostentando el poder de gobernar y legislar. Esos, que fueron electos bajo una insignia de un partido político, la inmensa mayoría han trabajado para sus propios intereses o para sus amigos y donantes.

El resultado, una Junta de Control Fiscal impuesta por los Estados Unidos para que nos gobierne, con el fin de garantizar el pago de una deuda que los expertos han dicho que jamás se podrá pagar. Una Junta que, curiosamente, tiene como integrantes personas que desde la empresa privada fueron artífices y cómplices de esa deuda, y hoy nos dicen que hay que pagarla.

Cuatrienio tras cuatrienio hemos votado íntegro, por rojos y azules creyendo las promesas de cada cual, pero viendo que al final no cumplen con ellas.

Un pabellón en Sevilla, Un centro de convenciones al lado de otro, un tren urbano que salió más caro que muchos otros que van a varios estados, privatizaciones a granel y la corrupción rampante han sido solo algunos de los culpables.

En cambio, la nueva oferta que nos presentan los partidos, es llevarnos a dar una nueva vuelta para llegar al mismo lugar. Donantes y asesores de los fondos buitres por un lado, y los defensores de esos mismos fondos buitres por el otro, lo que no nos da mucha esperanza de cambio alguno.

Sin embargo, me parece que debemos tomar en cuenta todo esto y repensar la forma de hacer campañas o de votar en Puerto Rico. Por eso, el título de mi columna.

Un partido sin partido es para mí el rumbo a seguir. Hay que ir identificando líderes en el país, que su compromiso real sea nuestra isla. Que tomen en cuenta a la ama de casa, al estudiante, a los periodistas, a los artistas, a los trabajadores, a los ingenieros, a los deambulantes, en fin a todos los que vivimos aquí.

Personas que estén dispuestas a aspirar a cargos electivos fuera de las insignias de partidos, pero en alianzas con otros, que de manera independiente, pero a la vez unidos, puedan rescatar nuestro país.

Un partido sin partido debe concretarse en una verdadera asamblea de pueblo, donde se determine por la mayoría de los asistentes quiénes aspirarán a las distintas posiciones electivas. Que establezcan además un programa de gobierno conjunto en conversaciones con las comunidades y que los únicos donativos que reciban, no sean mayores a los $100 para evitar las tentaciones en las que han caído otros políticos.

Suena absurdo, loco o tal vez maquiavélico, pero mirando lo que hemos vivido me parece que es el momento de reformar las elecciones en este país.

No lo descarten de primera fase. Analicen y se darán cuenta que no nos queda otra opción.