Un milagro llamado Migdalia

Por: Julio Víctor Ramírez, hijo

MAYAGÜEZ: Hace más de una década era común ver a esta mujer con el vientre hinchado y con los efectos visibles de su adicción a la drogas, pidiendo dinero a los conductores que se detenían a esperar el cambio de luz del semáforo de la intersección de la carretera PR-2 y la calle Nenadich, en la Sultana del Oeste.

Hoy, ese ser humano, tras 11 años de tomar la decisión de romper en frío con el vicio, es vivo testimonio de fuerza de voluntad, perseverancia, valor y, sobre todo, fe en Dios.

Su nombre es Migdalia Rodríguez.

Según nos contó en nuestro programa Con Base y Fundamento (WKJB 710 AM), su historia de calvario y posterior redención comenzó cuando era vecina del edificio 31 del residencial Roosevelt de Mayagüez.

La principal razón para regresar a Mayagüez, luego de varios años de vivir en el estado de Wisconsin, era conocer a su hijo menor, que había dado en adopción, y que actualmente tiene 24 años. Migdalia narró que a pesar de su situación, nunca dejó de buscarlo.

“Siempre lo estuve buscando. Yo le pedía mucho a Dios que me ayudar a encontrarlo. Me fui a los Estados Unidos a vivir con mi hija en Milwaukee. Estando allá, como ya estaba recuperada y estaba en los caminos del Señor, oré para tener las herramientas y las personas que lo conocieran para poder encontrarlo. Hace cinco años lo pude localizar por el Facebook, cuando publiqué un video suplicándoles a las personas que lo conocieran, que me ayudaran a encontrarlo. Una señora que se llama Maritza Ayala, que tiene un restaurante en San Germán, me ayudó a encontrarlo. Y por eso le estaré eternamente agradecida”, explicó Migdalia.

Sobre su contacto con su hijo, primero lo hizo a través de mensajes de texto. Y al ver que las conversaciones fluyeron, y que no había rencor de parte del joven, se estableció el puente de comunicación entre ambos. Y tras cinco años de mensajes, conversaciones telefónicas y por video, Migdalia estaba en condición física para hacer el viaje desde Milwaukee hasta Mayagüez.

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Hubo una interrupción en la comunicación tras el paso del huracán María, en septiembre de 2017, pero eventualmente se pudo restablecer.

El vicio

Migdalia nos confesó que fue víctima de violencia doméstica y que la pareja que tenía entonces la tenía amenazada “con darle por donde más le dolía”, si lo dejaba.

“Me voy a desquitar con lo más que te duele… Y lo más que me duele son mis hijos. Y se puso de acuerdo con unas personas para que Servicios Sociales (Departamento de la Familia) me quitara a mis hijos”, manifestó Migdalia, al aclarar que en ese momento no estaba en el vicio de las drogas.

Afirmó que sintió que moría cuando le arrebataron a sus pequeños. “Me quitaron mi razón de vivir”, apuntó.

La depresión en que cayó como resultado de perder a sus hijos, malas amistades y la eventual presión de grupo, hicieron que comenzara a consumir drogas, empezando por la marihuana. El consumo fue escalando hacia la cocaína y la heroína. Hasta que se vio pidiendo dinero en la calle para mantener su vicio.

“Ya no era cuestión de sentirte bien o la nota que te podía dar la droga. Ya era una dependencia física y te convertías en prisionera de la droga”, comentó.

Dormir en las aceras

Migdalia llegó a dormir en las aceras de la ciudad de Mayagüez, a la intemperie, y había llegado a un extremo en que aparte de pedir dinero para la “cura”, también pedía para comer. Recordó el gesto de bondad que tuvo con ella el propietario del restaurante Don Quijote de Mayagüez, que le guardaba algo de comida para que se pudiera alimentar.

“Ese señor me guardaba comida a mí todos los días, cuando ya estaba bien mal, que tenía las piernas hinchadas y casi no podía caminar”, dijo.

Sin embargo, a pesar de haber encontrado ángeles que la ayudaron, Migdalia también fue objeto de vejaciones e insultos.

“Yo tuve muchas personas que me juzgaban y me gritaban malas palabras. Hasta me escupieron… Pensaban que yo estaba embarazada y estaba pidiendo dinero pa’ drogas. Sufrí mucho”, manifestó Migdalia, al aceptar que tocó fondo.

Estancia Corazón

Migdalia recordó también que el Dr. Sonny Moretta, un cirujano de mano con oficina en Mayagüez, le operó las manos y debido a lo grave de su condición, le amputó parte de algunos de sus dedos.

“En medio de esa situación, las personas de Fondita Corazón hablaron conmigo y me dijeron que me iban a llevar a Estancia Corazón, que allí me iban a atender, iba a tener dónde vivir e iba a poder romper con el vicio. Yo tenía en mi mente que algún día iba a poder volver a ver a mis hijos. Estuve desde octubre del 2007 hasta abril del 2008”, añadió Migdalia, quien llegó a esa institución bien deteriorada físicamente, al extremo que en una ocasión que fue llevada a una institución hospitalaria de la región, alguien del hospital llamó a Estancia Corazón diciendo: “Vengan, para que recojan ese cadáver”.

“Empecé a buscar de Dios”

“Dios mío ayúdame, porque yo quiero servirte. Ese es mi deseo. Mucha gente oró por mí y eso estoy haciendo… Servirle a Dios”, explicó Migdalia.

Como cuestión de hecho, antes de la entrevista, Migdalia se paró en el mismo lugar donde les pedía dinero a los conductores, en el cruce de la PR-2 y la Nenadich, pero en esta ocasión para repartir el testimonio impreso de su sanación física y espiritual a los conductores.

Me creyeron muerta

“Todo el mundo cree que estás muerta, porque como ya no te ven en la luz, piensan que te moriste”, le dijo a Migdalia su actual esposo, al que conoció mientras estuvo en Estancia Corazón, y que se enamoró de ella, precisamente cuando estaba físicamente afectada por los efectos del abuso de sustancias.

“Hubo gente que me daba tres meses de vida… Seis meses…”, señaló.

“No me quería ir”

Migdalia admitió que no se quería ir a los Estados Unidos a vivir con su hija, pues todavía tenía pendiente encontrar a su hijo menor, que había dado en adopción. Fueron difíciles esos primeros meses en su proceso de adaptación, pues estaba en un lugar extraño, cuyo idioma no dominaba.

“Pues como no conocía a nadie, la adaptación fue difícil. Allí busqué una iglesia en donde reunirme. Yo buscaba una hispana, pero era difícil de conseguir. Y Dios finalmente mu puso en una que lleva su mensaje, en la que hay personas hispanas, incluso puertorriqueñas”, apuntó.

Antes de regresar a Milwaukee, Migdalia ofreció su testimonio en iglesias de Mayagüez y Arecibo.