El sacrificio de ser policía en Puerto Rico

Agente Elsa Rosa Ortiz, fallecida en un accidente de tránsito en Sabana Grande, cuando se dirigía a un adiestramiento en la Academia de la Policía en Gurabo (Foto Facebook).

Agente Elsa Rosa Ortiz, fallecida en un accidente de tránsito en Sabana Grande, cuando se dirigía a un adiestramiento en la Academia de la Policía en Gurabo (Foto Facebook).

Por: Julio Víctor Ramírez, hijo

Luego de que me tocara cubrir la trágica muerte de la agente Elsa Rosa Ortiz, ocurrida el lunes en la carretera PR-2, en jurisdicción de Sabana Grande, me puse a reflexionar sobre lo sacrificada que es la vida de un agente de la Policía en Puerto Rico, y que muchos de los que están en ese honroso cuerpo, están allí por pura vocación.

La agente Rosa Ortiz, quien estaba asignada al cuartel de Cabo Rojo, se dirigía a la Academia de la Policía en Gurabo, cuando su carro tuvo desperfectos mecánicos, dejándola “a pie”. En ese momento una conductora impacta con su vehículo el carro de Rosa Ortiz, originándose un incendio en el que ésta perdió la vida.

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Al momento de su muerte, la agente Rosa estaba en su función como policía y se dirigía a tomar un “readiestramiento” en la Academia. De Cabo Rojo a Gurabo el camino es largo… Y la agente Rosa Ortiz usaba su carro personal para hacer el viaje, que bien pudo haber coordinado la propia Policía en un automóvil oficial con otros agentes que viajaran a la Academia o al Cuartel General en Hato Rey.

Pero no… La realidad es que al igual que la agente Rosa Ortiz, un gran número de agentes de la Policía de Puerto Rico tienen usar sus recursos personales para llegar a sus labores, en muchas ocasiones en pueblos lejanos a sus hogares. Y la agencia no se los reembolsa.

Tal es el caso de muchos graduados de la Academia de la Policía residentes en el Oeste de Puerto Rico, estadísticamente la región que más policías produce en la Isla. En su gran mayoría, tras graduarse, son asignados a sectores en el área metropolitana, donde pasan años antes de lograr un traslado a su región de origen, o antes, si tienen la suerte de conseguir un padrino político que les sirva de “pala”… Porque así funcionan las cosas en esta bendita isla.

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Tienen que pagar de su limitado salario, su gasolina, su comida, su alojamiento y, encima de eso, mantener sus hogares y sus familias.

Muchos tienen que buscar trabajo a tiempo parcial, para compensar en algo los gastos que tienen. ¿Y la jefatura de la Policía? Pues… Celebra que les da $30 mensuales para el peaje.

El sacrificio que esos servidores públicos TIENE que ser reconocido por la gente.

Nuestros policías son personas que se juegan la vida a diario, que se despiden de sus familiares sin saber si van a regresar, como el caso de la agente Rosa y como el caso del sargento Abimael Castro Berrocales, asesinado cobardemente mientras ejercía sus funciones en la División de Tránsito de Mayagüez, en la carretera PR-100 de Cabo Rojo y que su asesino anda por la libre.

Son padres, madres, hijos e hijas; hermanos y hermanas; tíos y tías… Nuestra familia…