La columna de Iván: La planta de carbon… Crónica de una contaminación anunciada

Depósito de cenizas de carbon (Archivo).

Depósito de cenizas de carbon (Archivo).

Por: Iván Vargas Muñiz, líder obrero del Oeste y miembro de la UIA-AAA

Hace ya varias semanas, la periodista Damaris Suárez ha estado reseñando en su programa radial, una investigación realizada por el Centro de Periodismo Investigativo acerca de los efectos de las cenizas de la planta de carbón de AES en Guayama.

Una serie de reportajes completos y bien explicados de lo que reflejó dicha investigación acerca de los efectos a la salud, al medio ambiente, hasta donde han llevado dichas cenizas, el contenido de éstas, violaciones a leyes ambientales y contratos, permisos nebulosos entre otros.

La investigación realizada por el también periodista Omar Alfonso, director de un periódico regional del Sur y un científico de la Universidad de Puerto Rico, destapa un escándalo ambiental y administrativo de grandes proporciones, a tal punto que cenizas de la planta de Guayama han sido depositadas en lugares como la República Dominicana, así como también en distintos pueblos del país.

Lo cierto es que la planta de Guayama no fue la primera que se propuso en la isla para generar energía de las llamadas fuentes renovables. De hecho, para finales de la década de los ‘80 y principios de los ’90, se propuso para Mayagüez una planta similar, pero de la empresa COGENTRIX.

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Recuerdo claramente que Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, se dieron a la tarea de organizar a sectores del pueblo, en alianza con sindicatos y distintas organizaciones políticas y comunitarias. En esa época, ya se conocía bastante de los efectos nocivos a la salud y el ambiente de éstas cenizas. Inmediatamente se comenzó toda una lucha para evitar a toda costa que dicha planta se ubicara en esta parte de la isla.

Se inició toda una campaña informativa a través de medios de prensa, utilizando el mecanismo de comunicados y conferencias de prensa, se visitaron comunidades, se organizaron incluso manifestaciones de distintos tipos para dejarse sentir en contra de esta planta.

En aquella ocasión, Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, que contaba en aquel momento y aun hoy cuenta en su organización, con científicos, que a su vez eran profesores del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR, detallaron el contenido de las cenizas producto de la quema de carbón y sus efectos nocivos, tanto a la salud como al medio ambiente.

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Muchos, incluyendo al propio gobierno, no le dieron la importancia que tenía, ante lo que alegaba esta organización que contenían dichas cenizas ni de sus efectos.

Hoy, poco más de 20 años después se revela que la AES de Guayama, nos está contaminando el aire, la tierra y muy posiblemente los acuíferos que se utilizan para abastecer agua a distintas comunidades. Lo que en la década de los ‘80 era simplemente unos señalamientos de un grupito del Oeste, hoy es más que una pesadilla hecha realidad.

Las cenizas están siendo utilizadas como relleno en obras como centros comerciales y urbanizaciones, poniendo en riesgo ríos subterráneos, también se utilizan como material de construcción, que al barrenar paredes de cemento hecho con éstas cenizas, la persona puede aspirarlo. Además, durante su transporte en camiones, las cenizas son levantadas por el viento y transportadas vía aire, a saber Dios dónde.

Este reportaje demostró que se incumplió un contrato con la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), que disponía que no se depositarían estas cenizas en Puerto Rico, se violaron permisos de la EPA, y de la Junta de Calidad Ambiental, que prohibían la disposición de cenizas; y lo que es peor, consiguieron que, tanto la EPA como Energía Eléctrica aprobaran el depósito de éstas aquí, en Puerto Rico, básicamente sin ningún tipo de controles ambientales, tanto en transporte como en la disposición.

Hoy, lo que hace más de 20 años se le dijo al país que podía ocurrir con las cenizas, está ocurriendo en nuestras narices y estamos calladitos.

Sabemos que necesitamos fuentes renovables de energía, pero no puede ser poniendo en riesgo la salud y el ambiente de todo un país.