¡ Cuidado! los animalitos no son juguetes navideños

MAYAGUEZ: Aunque suelen ser bonitos y amigables, todas aquellas especies de animales que caen en la categoría de «mascotas», no son juguetes que los niños disfrutan durante la época de Navidad y luego abandonan a su suerte privándolos de cuidado y alimento. Si un niño pide que Los Reyes y/o Santa Claus, le traigan un perro, un gato, un pichoncito o hasta un caballo de regalo, piénselo dos veces antes de tomar la decisión de adquirir la mascota.

En primer lugar, oriente a su hijo o nieto sobre la responsabilidad que conlleva cuidar y alimentar a especies que requieren de tanta atención como los humanos. En lo referente a regalar animales de gran tamaño como son los equinos, estudie primero si usted reside en un vecindario donde están permitidos y si dispone  del  terreno suficiente para tenerlos a gusto.

A diferencia de las aves, los animales domésticos no pueden estar amarrados ni encerrados en jaulas todo el tiempo. Para tener a  un perro o un gato restringido a un espacio pequeño, es preferible no tenerlo. Aunque usted no lo crea, los animales también atraviesan por momentos de estrés y tienden a enfermarse cuando se les mantiene en cautiverio constante.

Conocedores del mundo animal aseguran que cuánto mejor trato recibe una mascota más afecto reciproca hacia su amo. Por eso alguna gente asegura, » que no existen perros malos» sino, dueños que no han sabido entrenarlos y educarlos.

Durante esta Navidad enseñe a sus niños que un perro o un gatito, representan una buena opción para regalar, siempre que el obsequio vaya acompañado de la orientación adecuada. Anualmente, las calles de nuestra isla son invadidas por perros, gatos y otras especies que una vez fueron un lindo regalo navideño,  pero pasada la época festiva  se transformaron en estorbos en algunos hogares.

Ni en la hora de la partida final el boricua tolera la tristeza

Alguien dijo en una ocasión, que el puertorriqueño es uno de los seres de la Tierra, que sabe transformar el dolor en sonrisa y hace del llanto una canción. Para el boricua siempre hay un momento para sonreir, aunque el dolor que lleva por dentro sea mucho más que un «Lamento Borincano». Dicen los estudiosos de la conducta social, que a diferencia de otros lugares del Mundo, nuestros difuntos son llevados a son de música hasta la última morada, porque así lo pidieron en vida.

Cuanto más cadenciosa sea la plena o más sabrosa la Salsa, la situación es una combinación perfecta de sonidos y lágrimas. Lógicamente, si a la hora de partir hacia la morada eterna se presume que vamos para un sitio mejor,  entonces no hay motivo alguno para marcharse triste. Desde el muerto «parao», hasta el difunto en motocicleta o «acosta’o» , ya no existe razón para que a uno lo entierren como le convenga.

Eso si, en días recientes tuve una discusión amigable con un dueño de funeraria a quien le pedí me explicara el asunto de la cremación. A mí me preocupa despertar en esa «barbacoa» y encontrar que me están dorando como pollo en fiestas patronales. Por si acaso, quiero me guarden en la bóveda mortuoria con un celular pre-pagado y baterías suficientes para en caso de revivir allá  abajo.

Esto no es asunto de temerle a la muerte, mi problema es la claustrofobia y con eso sí yo no juego. Por eso, a la hora del viaje final hacia lo desconocido, y si merezco llegar hasta donde habita el Padre, asegúrense de que esté más frío que «limber»  de ferretería.