Por: Tomás Ramírez, líder de la industria turística de Puerto Rico
¡Muy buenos días! Hoy, les comparto mis pensamientos con dolor en el alma.
Mientras disfruto mi café, negrito y puya, observo las aves en el Refugio y medito sobre las decisiones que estamos tomando. Hemos migrado de la cordura científica a decisiones puramente POLÍTICAS… Eso mismo… Sólo POLÍTICAS.
He concluido que mientras más se estire el chicle del cierre, menos se les permite a los demás candidatos, de todos los partidos, hacer campaña. Y ese es el norte que nos guía, no el bienestar del pueblo.
Las recomendaciones de los asesores económicos y médicos cuentan, pero ya no son tan importantes. Todos los indicadores clínicos apuntan a que estamos en buen control, y podemos jugar con el pueblo.
Ciertamente, los anuncios de reapertura fueron interesantes, pero lo peor vino ayer en la tarde con la orden de DACO para beneficiar a los alojamientos ilegales y sus contribuciones políticas; seguido por la Carta Circular del secretario de la Gobernación para abrir las playas, sin que los municipios y la Policía se hayan preparado.
La estrategia, bien parecida a los tiempos de los gladiadores romanos y el de Miguel de la Torre: “Démosle lo que piden, BBB (baile, botella y baraja) y al subir los casos, mantenemos el cierre hasta el 27 de julio, y abrimos para las primarias del 9 de agosto”.
Nos están explotando con el MIEDO y los cheques federales; y el Pueblo… Dándole crédito a nuestro escudo, está cayendo como el corderito, mirando hacia atrás, mientras los llevan al matadero socioeconómico. Las megatiendas gozan, el consultor se hace más rico, y el pobre… se hace mucho más pobre y depende más del gobierno.
De seguir en esta ruta por tres a seis semanas más, el daño será irreversible y pasaremos de la Pandemia a la Wandemia socioeconómica.
Ya, con el daño autoinfligido, mientras mantenemos a 120 mil empleados públicos cobrando sin aportar, vamos en ruta de perder más 10,000 empresas PyMes y 100 mil empleos.
Realmente, no tiene que creerme; lo invito a que lea, se eduque y le pregunte a cualquier economista calificado.
Llevo años liderando empresas y se pueden leer los signos en la pared.
En estas cosas, siempre queremos equivocarnos. ¡Veremos!