La Iglesia y el Estado… ¿Separados, juntos o revueltos?

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Por: Francisco «Paco» Aquino

Los asuntos de la Iglesia y el Estado es un tema de continuidad que de tiempo en tiempo resurge como un iceberg en el mar. Al parecer esto se debe a un mal entendido perpetuado por ambas partes. Solamente toma calor cuando los aspectos políticos chocan con la Iglesia. Este tema mantiene unidos y divididos a un pueblo.

Hay que realizar una valoración histórica por lo que vale la pena regresar un poco en el tiempo para entender el origen. Desde del origen del hombre siempre ha entendido que hay un ser superior, esto está demostrado hasta en las tribus aisladas que todavía existen. Todos reconocen la existencia de una fuente suprema. En la historia lejana el pueblo rendía culto a sus gobernantes, en esos tiempos emperadores sino los reinos estaban llenos de dioses de todo tipo. Fue en los tiempos de los romanos, esos que crucificaron a Jesús que declararon en la era de Constantino el cristianismo como religión oficial. Esos que originalmente persiguieron y posteriormente crucificaron a Jesús fueron quienes realmente esparcieron las creencias. Cuando el cristianismo estuvo prohibido en Roma fueron sus soldados quienes esparcieron la creencia. SATOR o TENET deben ser las palabras que mejor puedes describir este fenómeno.

Como SATOR AREPO TENET OPERA ROTAS -se podría traducir como “Suficiente poder para orar y para trabajar a diario”. Superficialmente son simplemente unas palabras en una roca o azulejo diseminado a través del todo el imperio romano silenciosamente. Un secreto escondido por soldados cristianos del propio ejército.

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La Iglesia es la entidad llamada a hacer valer la palabra de Dios en la tierra por otra parte El estado es el benefactor, cuidador, el padre putativo de todos los ciudadanos independientemente de sus creencias. La iglesia y el Estado una vez fueron una misma cosa, en el Siglo XIX en algunos rincones del mundo el emperador era a su vez jefe de la iglesia. Hoy en día solo en algunos grupos extremistas se ve este fenómeno.

De la iglesia surge la palabra religión que es la manera o forma en que el hombre adora a Dios, las doctrinas. Ya sea Islam, Judaísmo, Cristianismo, Budismo, etcétera todas apuntan a una manera de pensar a un ser supremo a un aspecto de la espiritualidad. No obstante donde encaja esto con la relación de la Iglesia y el Estado. Hoy día tal separación se ve en la relación que ambos llevan en la sociedad.

La separación de poderes entre la Iglesia y el Estado es una garantía que no te impongan unas creencias en particular, es no rendir cuentas a tu gobernante que al fin al cabo es un hombre o mujer como tú. Ambas entidades buscan el bienestar del pueblo en todos los sentidos. El Estado brinda la libertad religiosa y la Iglesia busca personas temerosas y obedientes de la palabra del Creador. Tal separación entre ambas entidades la eclesiástica y el gobierno es palpable a través de todas las denominaciones que mantienen presencia a través de toda la isla.

No son los tiempos de Colón donde a través de sus conquistas era llevada por obligación la palabra de Dios, nos encontramos en el Siglo XXI donde es una opción y no una obligación reunirse o creer en el Señor. Cada persona independientemente de sus creencias aporta ya sea por acción o inacción al aspecto político, social y cultural. Aún los autodenominados ateos, personas que niegan la existencia de Dios, tienen derecho a no creer o profesar religión alguna. La manifestación de todas las creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público están garantizados por el estado de derecho en Puerto Rico.

Puerto Rico está identificado o reconocido como un estado laico, entiéndase que admite todas las religiones y no financia a ninguna. Esto es heredado de la línea de pensamiento del padre político y legal de nuestra isla, los Estados Unidos. Aquí están presente los católicos, protestantes, judíos y del Islam, inclusive la del Espagueti Volador, entre otros.

Cuando un servidor público se reúne con varios compañeros a orar debemos preguntarnos si afecta o beneficia al pueblo. Es un derecho concedido por el Estado. El gobierno no tiene religión no obstante cada ciudadano es hijo del Estado, este no niega a sus hijos. Si varios se reúnen y representan buenas costumbres muy probablemente el pueblo resultará beneficiado. Un gobierno no existe si no hay gente para gobernar.

El gobierno de los Estados Unidos reconoce la presencia de Dios sobre sus hijos. Sus billetes contienen la frase “In God We Trust” no obstante también propicia el derecho al libre albedrio, a creer o no creer. Los aspectos de la ley están relacionados a garantizar derechos y no permitir los ciudadanos sean afectados.

Ahora le toca a usted definir si la Iglesia y el Estado están juntos, separados o revueltos.

Yo soy un hijo de Dios y así lo declaro, soy persona de virtudes y defectos. Probablemente solo tenga una de virtud y es ser hijo del dador de la vida, el que da y quita.