En tiempos de abuela se comía la carne de pato de laguna

Mientras se debate si la carne de iguana es un buen menú para conquistar el paladar de los puertorriqueños, alguna gente olvida que en tiempos de antaño cuando la situación de la isla era una precaria y de privaciones económicas, las amas de casa hacían de tripas corazones para alimentar a sus familias. Entonces no existían los llamados «fast foods» ni la Tarjeta de la Familia y cada ciudadano tenía que arreglárselas como pudiera. Claro está, la libra de bacalao «sala’o» valía menos de 50 centavos y una libra de pan caliente se conseguía por cinco centavos.

Las arenques ahumadas era otro producto que no podía faltar en la mesa del puertorriqueño y las gallinas y lechones eran criados en los patios de las casas aunque se opusiera la Sanidad, como eran conocidos los inspectores del Departamento de Salud.

Ahora en la llamada isla de la abundancia, mucha gente hace amagos de devolver cuando se le habla de comer carne de iguana en fricasé, rabo de cocodrillo a la barbacoa, cangrejos al carapacho y asopao de paloma silvestre. Los adultos mayores deben recordar que a la mujer, luego del alumbramiento,  se le daba a tomar caldo de paloma para recuperar las energías perdidas.

En casa  encerraban a las palomas durante varios días y se les mantenía a «dieta» de pan viejo, agua y hierbas. Esto permitía que la ave quedara limpia de cualquier  insecto que consumiera durante su travesía por el mundo.

Si a esto le sumamos que en la isla aún los conejos constituyen un plato gourmet, no debemos olvidar que el güimo, muy parecido al conejo, era un manjar para aquellos compatriotas de escasos recursos financieros,

Y de la carne del pato, ni hablar, aunque siempre se ha dicho que la carne de esa ave es dura y fuerte para digerir, todavía quedan señores de mi generación expertos en la preparación del fricasé de pato guisado con jamón y vegetales. Se recomienda que esa ave se mantenga en cautiverio por varios dias, para que se limpie de todo insecto o «porquería» que ingiera.

Se recuerda la época en que vecinos de Guánica y Ensenada acudían a la desaparecida laguna ubicada en el sector del mismo nombre, para cazar los patos silvestres. Eran, o son, aves de color marrón cuya carne una vez condimentada con especias naturales, tenían sabor exquisito.

Y nunca olvidemos que en la mesa del pobre nunca faltó el arroz con guinea guisada. La guinea aún se vende en restaurantes del Area Oeste y es de sabor delicioso. Carne de ganso, de avestruz y de pavo, aún pudieran libranos de una hambruna en el mañana, si  es que nos aventuramos a probar un buen filete de iguana a la plancha o unas ancas de rana a la criolla.