Más allá de los residenciales públicos también hay pobres

Sin que estos comentarios puedan ser interpretados como ofensivos o discriminatorios, el caso ocurrido este pasado fin de semana en las parcelas Elizabeth del barrio Puerto Real de Cabo Rojo, debe mover la conciencia de las autoridades de esta isla a las que solo les preocupan los pobres que viven en nuestros residenciales públicos. Justo es que esas familias reciban trato especial y que disfruten de beneficios a la hora de pagar sus compromisos de renta, agua, luz y otras utilidades. Pero de eso, a dejar en el olvido a las miles de familias de escasos recursos que habitan en zonas rurales, parcelas y comunidades marginadas, eso contradice la máxima constitucional de igual protección de las leyes.

La Calle Digital, emplaza al Director Ejecutivo de la Autoridad de Energía, señor Otoniel Cruz Carrillo, para que le explique al pueblo porqué el ciudadano Adalberto Villanueva y  su esposa Blanca Vélez Graniela, fueron privados del servicio esencial de luz en su humilde vivienda de las parcelas Elizabeth de Cabo Rojo, situación que posiblemente llevó a la ama de casa a utilizar otros métodos para iluminar el hogar, lo que pudo haber contribuido al fuego que tronchó la vida de la mujer.

Es interesante saber si a la pareja se le dio la oportunidad de tener un plan de pagos como ocurre en muchos complejos de vivienda pública en Puerto Rico y porqué les removieron el contador de energía, sin antes utilizar otras alternativas para ayudar a Adalberto y a la extinta Blanca  Vélez Graniela.

Es inexplicable que en una isla donde cualquier persona gasta hasta $1 mil en un almuerzo con un político, no aparezca un solo legislador o funcionario del Gobierno dispuesto a darle la mano a muchas familias que carecen de las cosas más elementales para promover la calidad de vida.

Alguien ripostará alegando que cada persona es responsable por sus éxitos y sus fracasos. Dicho así, eso es parcialmente correcto. Pero no es posible que en la llamada «isla de la abundancia» haya ciudadanos con alto sentido de la ética que por falta de oportunidades de empleo se les han cerrado todas las puertas. Quiera Dios que no se repitan casos como ese que redujo a cenizas la vida y el hogar de Blanca Vélez Graniela en Cabo Rojo. Don Otoniel, no estamos culpando a la AEE por el incendio que le quitó la existencia a esta puertorriqueña. Solo le pedimos que la AEE y la AAA reexaminen sus prioridades en nombre de los pobres de Puerto Rico.