El poteo, otra manera de sobrevivir en el Puerto Rico de hoy

MAYAGUEZ: En primer lugar, «poteo» es una palabra que posiblemente no encuentre en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ni forma parte de los regionalismos a que nos tiene acostumbrada la gente de la calle con su peculiar lenguaje pueblerino. El «poteo» es la nueva manera que tienen para sobrevivir miles de residentes de esta isla, quienes a falta de oportunidades de empleo van a las calles todos los días para gestionar la caridad pública, so pretexto de hacerlo en beneficio de personas que padecen de enfermedades catastróficas o  que supuestamente necesitan  intervenciones  quirúrgicas  urgentes.

No obstante, si usted piensa que tantos miles de buenos samaritanos salen a solicitar donativos bajo lluvia, sol y sereno, y que todo lo hacen por amor al prójimo, a continuación les ofrecemos los siguientes datos reveladores. No se puede ignorar, que frecuentemente, entidades sin fines de lucro llevan a cabo campañas para ayudar en la lucha contra diversas enfermedades y tales organizaciones están debidamente reconocidas por el Gobierno y avaladas por la comunidad en general. Esas entidades comunitarias solo dependen de voluntarios para realizar sus programas de recaudación de fondos, los que son previamente anunciados en los diferentes medios de comunicación del país. La Cruz Roja, la Liga Puertorriqueña Contra el Cáncer, el Pueblo del Niño, Fondos Unidos y otras organizaciones benéficas, figuran entre las que gozan de la confianza de la ciudadanía.

Sin embargo, ¿quien fiscaliza a los grupos que a través de toda la isla se ubican en las principales intersecciones para pedir dinero a nombre de diferentes causas, incluyendo, presentar las fotos de niños presuntamente enfermos que deben estar protegidos por la ley federal HIPA?.

Incluso, se sabe de casos donde las personas que participan en el llamado «poteo», desconocen para quién están  solicitando ayuda económica. Muchos de esos ciudadanos proceden de diferentes países, pero consideran que solicitar dinero en las calles es más honroso que vender sustancias controladas o perpetrar otras fechorías. «Yo pido ayuda, pero si no me dan, tampoco me va a sobrar dinero para entregárselo al que me dió trabajo», arguyó una joven que declinó identificarse.

Obviamente, esos jovenes, incuyendo amas de casa que no tienen otros ingresos, «trabajan» para grupos organizados, que generan grandes sumas de dinero todos los días, pero a los que ninguna agencia del gobierno investiga para determinar a quienes llegan esas recolectas. Trascendió, no obstante, que los llamados «poteros» solamente reciben hasta un 10 por ciento del dinero que logran recaudar en sus turnos de hasta 12 horas diarias. Pedir no es delito, pero explotar a un trabajador si lo es.

Por último, sepa usted que el «poteo» no es otra cosa que salir a las calles con un pote, una lata, un cacharro, una alcancía o cualquier tipo de envase, que se utiliza para pedir dinero a nombre de personas, que posiblemente, quien solicita la ayuda, ni siquiera sabe de quién se trata.