Esa aparenta ser la política de algunas empresas dedicadas al ramo de restaurantes con servicio al cliente y cuyos empleados aguardan la propina como si fuese una obligación o ley no escrita. Sabido es, que un buen servicio amerita la mejor gratificación hacia la persona que trata al cliente con esmero y respeto, pero no siempre la gente viene obligada a expresar gratitud ante un servicio ofrecido con desgano, molestia o mal semblante por el empleado o la empleada asignada a nuestra mesa.
De un tiempo a esta parte hemos podido observar como en algunos establecimientos, los meseros se pelean por atender a determinados clientes que les pudieran representar propinas «jugosas» a la hora del pago. Sin embargo, cuando se trata de un envejeciente o pensionado que solicita un descuento de «senior», la situación cambia radicalmente. » Fulana, atiéndete al viejo ese», se le escuchó decir a la mesera de un conocido restaurante, a quien le tocaba darle servicio a un anciano que entró solo al negocio.
Es importante que las principales cadenas de restaurantes en Puerto Rico, entiendan la importancia que representa para las ganancias anuales de esas firmas las compras que generan los adultos mayores que acuden a esos lugares durante todo el año. De no hacerlo, estarán discriminando contra un sector de la sociedad que debe servir de orgullo a la presente y futura generación.
Si los adultos mayores, viejos, ancianos o envejecientes no tienen importancia para esas empresas que operan en los principales centros comerciales del país, pues emitan un comunicado indicando que en su local no se admiten mascotas ni pensionados del Seguro Social.
(Autor: Julio Víctor Ramírez-Torres-Editor de LACALLEREVISTA.COM)