Son múltiples las ocasiones en que escuchamos a los conformistas decir que “ la gente decente no necesita de derechos constitucionales”. Eso mismo pensaba este periodista hasta el 20 de agosto del año 1993, cuando siendo las 7:50 de la mañana, seis agentes del Cuerpo Investigación Criminal, procedentes de San Juan, allanaron nuestra residencia en Hormigueros. Motivo: respondían a una querella del entonces poderoso senador del PNP, Freddy Valentín Acevedo, quien alegó falsamente que de nuestro teléfono había surgido una llamada, donde alguien se hacía pasar por él para difamar al colega Luis Francisco Ojeda.
Sin más preguntas ni investigación, el entonces Superintendente de la Policía Pedro Toledo Dávila con la anuencia del ex Secretario de Justicia, Pedro A. Pierluissi, permitieron el abusivo allanamiento del domicilio de una familia respetuosa de las leyes. En aquel momento, un servidor laboraba como redactor del periódico EL VOCERO, función que desempeñamos durante 26 años.
Los policías comandados por el teniente Angel L. Morales. no solo ocuparon nuestros equipos de trabajo como reportero de EL VOCERO, sino, que luego de exigirles la devolución a través del Tribunal, dichos equipos estaban inservibles. De no haber sido por la seriedad y el profesionalismo de la Juez de Distrito Edmeé Rodríguez Fontánez, de la Sala de Investigaciones en Hato Rey, estos “alegados defensores de la verdad y la justicia” se hubiesen salido con la suya. Tras ponderar la supuesta evidencia del fiscal Efraín Cardona Rivera, la jueza concluyó que no existía ni una cintila de prueba para ordenar la detención de este periodista. Sencillamente, porque se trató de una patraña. La vista para determinación de causa para arresto se efectuó el 13 de octubre del 93.
Molesto ante la exoneración del periodista, ya que prevaleció la verdad, el fiscal Cardona Rivera, nos apercibió a prepararnos porque Valentín Acevedo, nos iba a mandar a la cárcel en el foro federal. Pero como la vida es una caja de sorpresas, fue el “poderoso” Freddy quien terminó preso. Expresado lo anterior, es importante consignar que nadie, incluso, las personas respetuosas de las leyes estamos inmunes ante el poder desmedido del gobierno y sus instituciones.
En este escrito solo se narra una vivencia personal. Juzgue usted cuán valiosos son los derechos individuales.
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