Renuncia del Super no es el fin de los problemas en la Policía

Sin tomar en cuenta si  presentó la dimisión voluntariamente o el gobernador Fortuño le exigió la renuncia, la salida del general Emilio Díaz Colón como Superintendente de la Policía, no es, ni será el final de los múltiples problemas que aquejan a nuestro principal departamento de Seguridad Pública. Desde su nombramiento como jefe máximo de la Uniformada, el señor Díaz Colón debió escuchar críticas frecuentes por su alegada falta de liderato y por seguir permitiendo que un llamado combo elitista de altos oficiales sentaran las pautas de cómo dirigir a los miembros de la Fuerza en las diferentes regiones del país.

No obstante su preparación académica y conocimientos adquiridos como Ayudante General de la Guardia Nacional de Puerto Rico, don Emilio  aparentaba lucir cansado y sin el ánimo necesario para motivar a todos sus compañeros de la Uniformada. Sin lugar a dudas, Díaz Colón es un caballero bien motivado que quiso colaborar con la administración de turno en la isla,  pero su estilo pasivo y de abuelo protector no eran cualidades suficientes para permanecer al frente de los miles de hombres y mujeres que integran a ese Benemérito Cuerpo.

La renuncia, o salida forzada del señor Díaz Colón tiene «bailando» a varios alcaldes azules que desde el mismo instante de su nombramiento y confirmación no avalaron la llegada del general a la Policía. Se espera que esos mismos funcionarios ofrezcan mejores alternativas para que el nuevo superintendente de la Policía no siga siendo más de lo mismo.

La Uniformada urge de cirugía mayor, partiendo desde el Cuartel General en Hato Rey hasta todas las regiones del país. La persona que asuma el cargo que deja vacante el general Emilio Díaz Colón, tiene que alejarse de los «combos» políticos que bajo todos los gobiernos han dominado a ese Cuerpo, a través de favores y ascensos de encargo. Quien dirija a la Uniformada estatal tiene que honrar los compromisos contraídos con los policías y agentes del CIC que van a las calles todos los días a proteger vidas y propiedades. Pa’fuera los privilegios especiales para los que ostentan barras y estrellas. Que se «arrollen» las mangas del uniforme y acudan a patrullar como cualquier hijo de vecino.

Y finalmente, como un acto justo de reivindicación, que se reintegre a su puesto de trabajo al policía Harold Ortíz, adscrito a la Región de Mayagüez y quien fuera destituido de la Uniformada por solicitarle la renuncia a Díaz Colón. Nadie debe ser sancionado por hacer uso legítimo de la libertad de expresión. En cuanto al señor Díaz Colón, adiós y buena suerte.