Cuando debemos decidir entre la prevención y el lamento

Esta sigue siendo la historia de nunca acabar. Si el Gobierno y sus instituciones toman medidas preventivas para enfrentar el posible azote de un fenómeno atmosférico, pero al final del día no recibimos una ráfaga platanera ni un chubasco de corta duración, entonces hay quienes acusan al gobernante de fomentar la histeria colectiva y provocar gastos innecesarios en el pueblo.

Ejemplo de esto es el reciente anuncio sobre el paso de la Tormenta Tropical Isaac por aguas cercanas a la parte sur de la isla. Aún sin haber cesado el peligro de un posible cambio de trayectoria del temporal, escuchamos a los llamados «sabelotodo»,  que están describiendo como exagerados los planes de emergencia puestos en vigencia por la administración de turno. Hay que recordar, que la prevención no es asunto sobre el cual haya que polemizar.

Si la Tormenta Isaac toma un rumbo alejado de territorios poblados, pues santo y bueno. Los puertorriqueños, dominicanos, haitianos y residentes de otras islas localizadas en la zona del Caribe, no merecen ser azotados por ninguno de esos  fenómenos que se forman durante esta época del año.

En cuanto al consumismo desmedido desatado por miles de clientes que vaciaron las góndolas de tiendas y supermercados, esto no debe sorprenderle a nadie. En esta isla  eso sucede con huracanes y sin huracanes. Y si no, remontémonos al «Viernes Negro» más reciente. Total, la temporada ciclónica no ha pasado y nunca está de demás tener abastos suficientes para cualquiera otra eventualidad.

Y en cuanto a la opinión atribuida al conocido economista doctor José Israel Alameda, es de importancia que le explique al pueblo de donde surge la data sobre pérdidas de $200 millones en la economía de Puerto Rico como resultado de la suspensión de trabajo y servicios por parte del Gobierno. Incluso, ilustre al país si sus declaraciones la hizo como profesor de economía o en su condición de activista político.