­­Señor, qué solos quedan los muertos cuando son pobres

Una vez leí esa frase en un poema y llegué a pensar que solo se trataba de la frustración del autor conmovido ante el abandono en que la Justicia deja a los seres menos favorecidos cuando su  vida  es tronchada por una mano criminal. Sin embargo, ahora comprendo que tal es el caso del hormiguereño Gilberto Rodríguez Feliú, muerto a manos de un victimario que le arrebató la existencia para despojarlo de unos cuantos dólares producto de un pequeño premio ganado en la Loto.

Aún sus compueblanos de Hormigueros lloran la trágica partida de Gilberto,  ser bueno, honesto, humilde y sin malicia que jamás ofendió al prójimo ni con la  mirada. No obstante esas virtudes como persona, Rodríguez Feliú no tenía dinero ni otros bienes materiales que lo colocaran en un sitial de figura pública o potentado. Eso sí, Gilberto era rico en amistades y en el aprecio de aquellos que tuvimos  el honor de conocerlo.

Por eso nos duele la desidia de las autoridades a la hora de esclarecer el crimen vicioso que segó la vida de este vecino del barrio Lavadero de Hormigueros. Su cuerpo en avanzado estado de descomposición fue hallado por el guardabosque Elvin Avila González, que acertó pasar  por la carretera 362 en el barrio Guamá de San Germán. Presentaba dos impactos de bala en la cabeza.

Gilberto se marchó fisicamente, pero su espíritu clama por justicia, la misma justicia a la que aspiran pobres y ricos en una sociedad de ley y orden. Hormigueros también exige que el esclarecimiento del crimen  no tarde un día más. Esta es la exigencia de La Calle Digital al Superintendente de la Policía, Emilio Díaz Colón, ya que  en  la Policía del Area Oeste, no parecen tener prisa para dar con el paradero del asesino, o los victimarios, de Gilberto.

Doloroso resulta meditar que a los humanos nos separan diferencias sociales y de otra índole, hasta en la hora de la muerte. Quiera Dios que este no sea el caso del amigo Gilberto Rodríguez  Feliú.