El derecho a la libertad de expresión versus el libertinaje

 

Lo  que ocurrió el jueves con la ex gobernadora Sila María Calderón, a quien un individuo, escudado en la libertad de palabra, le faltó el respeto a su condición de dama  y ex mandataria de Puerto Rico, es una situación que debe ponernos a meditar en cuanto a los niveles de intolerancia que estamos viviendo en esta sociedad. A nadie se le niega el derecho a disentir de las actuaciones de un gobierno y a exigir la revisión de decisiones que pudieran perjudicar los mejores intereses de su gente.

Sin embargo, una cosa es protestar de manera pacífica y respetuosa y otra, amenazar, intimidar e impedir que un ciudadano, funcionario público o no, pueda  seguir ejerciendo sus funciones ministeriales sin intromisión de índole alguna.  En el caso de la ex gobernadora Sila María Calderón, la persona que le faltó el respeto, parece no haber aprendido nada sobre la Carta de Derechos de nuestra Constitución.

Impedir que la ex gobernadora pudiera transitar libremente por los terrenos de la Fundación que lleva su nombre, no solo constituye delito, sino, que habla pobremente de individuos que aspiran alguna vez a dirigir los destinos de esta isla.  A menos que este sujeto pretenda que lo  llamen, «el bravo de la película», su trato negativo  hacia  la ex gobernadora Calderón, no ejemplariza a la mayoría  de los jóvenes puertorriqueños, criados en hogares donde sobra la decencia y los valores.

Usted puede o no, simpatizar con doña Sila, el actual gobernador Alejandro García Padilla, o el ex gobernador Fortuño, pero eso no le concede » licencia de Corso»  para amenazar, agredir verbalmente, intimidar y atentar contra la seguridad de nuestras principales figuras políticas. No puede invocar justicia y derechos quien no respeta los derechos del prójimo.

C.E.E. no responde críticas por violentar libre expresión

MAYAGUEZ:  Como si no tuviese que responder a los reclamos de ciudadanos que la califican como un ente violador de la libertad de prensa y de palabra, la flamante Junta Examinadora de Anuncios de la Comisión Estatal de Elecciones, sigue haciéndose de la vista larga para ignorar las críticas sobre la intromisión innecesaria de esa junta en todos los asuntos del gobierno y la comunidad.

Tan reciente como este pasado 4 de julio, el Secretario de Estado Kenneth McClintock Hernández, tildó de «zanganada» que la Junta Examinadora de Anuncios de la Comisión Estatal de Elecciones pasara juicio sobre el texto anotado en una tarja develada en honor a la educadora Pilar Barbosa de Rosario, hija del prócer José Celso Barbosa. En esa ocasión, uno de los salones del Archivo de Historia de Puerto Rico, fue denominado con el nombre de la insigne puertorriqueña.

Para sorpresa del Secretario de Estado, la tarja tenía inscrita la frase, «autorizado por la C.E.E-Caso…. Esto provocó el disgusto del funcionario por tratarse de un evento cívico-histórico totalmente alejado de la política partidista.

En una estrategia aparente para alejarse de la polémica, el presidente de la Comisión Estatal de Elecciones, licenciado Héctor Conty Pérez y Willian Pagán Rodríguez, presidente de la Junta Examinadora de Anuncios, ignoraron las expresiones del Secretario de Estado de Puerto Rico.

Aunque en el pasado dicha Junta, tenía la responsabilidad de revisar anuncios de corte político partidista, originados en agencias, municipios y corporaciones públicas ahora se le atribuye querer controlarlo todo. Tanto es así, que hasta las placas y medallas, donadas por municipios del Area Oeste a estudiantes de este litoral, tuvieron que pasar el cedazo de la CEE y su junta censora.

Incluso, avisos de interés público para notificar sobre suspensión de los servicios de agua y luz en diferentes sectores deben tener el visto bueno del juez Conty, de Rodríguez Pagán y de los comisionados de los diferentes partidos inscritos en el país. Nunca antes en la historia de la isla alguien se había abrogado tanto poder.