En una celda del penal Jackson en Georgia, fue hallado sin vida ayer jueves el convicto Ryann Brunn, asesino confeso de la niña Yorelys Galarza Rivera, ultimada brutalmente en diciembre pasado luego de ser secuestrada de un parque cercano al complejo de viviendas donde residía. El empleado de mantenimiento que escapó a la pena de muerte después de admitir el crimen de la menor, terminó por quitarse la vida, a pocos días de recibir sentencia de cadena perpetua por los hechos cometidos.
Familiares de la niña Yorelys, expresaron sentirse más tranquilos porque el individuo optó suicidarse ya que no pudo resistir el peso de la conciencia. Brunn estaba inconsciente al momento de ser encontrado por uno de los guardias de la cárcel, pero no se precisó el método que utilizó para matarse.
La extinta Yorelys, cuyos familiares residen en Peñuelas, desapareció de su apartamento cuando salió a jugar con otros amiguitos, siendo hallada sin vida dos días más tarde dentro de un contenedor de basura. Luego de la intervención por la Policía de Georgia, el «handyman» Brunn admitió el horrendo asesinato y narró los pormenores de lo ocurrido con pasmosa frialdad.
Brunn, había sido convicto anteriormente por delitos de abuso infantil, pero logró conseguir empleo en el edificio donde la victima residía con su mamá y otros familiares. De la investigación surge que el pederasta atacó sexualmente a la infortunada, procedió a acuchillarla sin piedad, la golpeó en el cráneo con un objeto contundente y finalmente la lanzó al depósito de basura.
Se alega que el asesino montó en cólera luego que Yorelys comenzó a gritar pidiendo auxilio y le dijo al secuestrador que iba a llamar a su mamá. La menor recibió cristiana sepultura en el pueblo natal de sus padres. Con el suicidio de Brunn, se cierra un capítulo triste en la vida de una humilde familia boricua que se marchó hacia Georgia, en la búsqueda de un mejor porvenir para Yorelys y sus hermanos.