Si para algunas personas la noticia parece sorprenderlos, para la mayoría es un secreto a voces que a medida que transcurren los años cada día son más los puertorriqueños que optan por abandonar la llamada «Isla del Encanto» para aventurarse en la búsqueda de nuevas oportunidades de empleo en el territorio continental de los Estados Unidos y otros lugares del mundo. Aquellos tiempos en que nuestros jóvenes salían de las universidades para ingresar a puestos de trabajo bien remunerados hoy son cosa del pasado, salvo rarísimas excepciones.
A menos que sea usted de los privilegiados cuyos familiares ocupan cargos de importancia en el gobierno o en la empresa privada, le sugerimos ponderar el establecimiento de su propia empresa a no ser que desee someterse a la humillación que conlleva doblegarse al gobernante de turno.
Aparte de esto, todo profesional aspira a recibir un salario decente y a tono con la preparación académica y los años de estudio. Lamentablemente, el Puerto Rico de hoy no es el sitio adecuado para vivir con relativa seguridad económica. Es por eso que todos los días abordan los aviones con la esperanza de lograr un futuro mejor.
El cierre de fábricas, la implementación de la Ley 7, la politización de los puestos de empleo y los bajos salarios que se pagan en la isla, son varios de los factores que hacen que muchos compatriotas sigan marchándose a los estados de Florida, Nueva York, Arizona, Georgia, Alaska y lugares tan distantes como China y Japón.
Aunque usted no lo crea, más de 24 billones de dólares que anualmente llegan al país a través de asignaciones federales, no están contribuyendo a mejorar la calidad de vida de miles de hermanos boricuas quienes hastiados de acudir a citas de empleo deciden hacer las maletas e irse, tal vez para siempre.
Y ahora que muchos votantes de la isla decidieron que las cosas sigan como están en la Legislatura, nos aventuramos a vaticinar que el «batatal» continuará creciendo. «