» El joven que se arrojó desde el puente era mi hijo»

 A continuación publicamos textualmente el correo electrónico remitido por el señor José Vázquez, residente en el Estado de Florida y padre del extinto José Vázquez León, quien se privó de la vida el 6 de febrero de este año, lanzándose desde un puente  en  la carretera estatal número 2, jurisdicción de Hormigueros.

» El día 6 de febrero, mi hijo José Vázquez León se arrojó del puente en la carretera  # 2 de Mayagüez a Ponce. No fue hasta ahora que tuve valor para poder escribir estas líneas, ya que la muerte de mi hijo, ha dejado a un padre, una abuela, dos hermanos y una novia completamente destruidos espiritual y sentimentalmente. La única razón aparente para esta fatal decisión, una carta de despido entregada minutos antes por el gerente de la tienda Sony del Mayagüez Mall. No justifico la decisión tomada por mi hijo ya que solo Dios es el que da y quita la vida.»

» Un día como hoy, 4 de abril, mi hijo cumpliría 26 años de edad. Solo lo puedo describir como un buen hijo, nieto y hermano. Tranquilo, humilde, muy dado a sus estudios y a quien gustaba mucho el baloncesto, «fiebrú»  de la tecnología y últimamente, motivador para que  todos  los jóvenes que estuvieran en sobrepeso se decidieran a rebajar. Cabe indicar, que Joseángel era un joven obeso y en una decisión por rebajar, perdió más de 60 libras, e incluso, daba clases de  spinning en un gimnasio y motivaba a otros jóvenes con dietas y ejercicios.

Pero lo que más me sorprende y que todavía no lo he  podido comprender, es la manera en que sus compañeros de la tienda Sony de Mayagüez Mall  tomaron su muerte sin demostrar el menor sentimiento o congoja por su deceso.  El viernes 8 de febrero de 2013, un día después de su trágica partida, me presenté  a esta tienda donde pregunté por el gerente y me dijeron que ese día no fue a trabajar. Estando presente el ayudante del gerente, éste procedió a atenderme  inmediatamente, pero cuando me presenté como padre de Joseángel, esperaba por lo menos el pésame.

El cambio del asistente fue radical; hubo hermetismo y todos los empleados allí presentes se esparcían y solo acertaban a decir: » No podemos hablar nada sobre este caso comuníquese con el  Departamento de Recursos Humanos». Parecía que estaba frente a una máquina sin alma ni sentimiento que solo estaba programada para decir y repetir esta frase.

Transcurridos casi dos meses de esto, me pregunto: si por ser una tienda tecnológica a sus empleados se les implanta un «chip» que los aleja de todo sentimiento humano, que solo están programados para atender bien a los clientes mientras invierten en sus productos, pero que dentro de ellos hay un cuerpo vacío  sin sentimiento alguno y que solo les interesa  vender cueste lo que cueste, sin importar lo más importante, que antes que un cliente somos seres humanos que sentimos y padecemos.

» Me da fobia el saber que mi hijo tuviera que día a día ganarse el pan de cada día con personas, que solo tienen como propósito el vender y vender sin demostrar respeto por sus compañeros de trabajo. Si esto es con un compañero a quien conocían y con quien convivían gran parte del día, qué respeto puede haber con personas que ven esporádicamente.»

» Es una pena que los problemas de mi hijo hubiesen comenzado luego de que lo seleccionaran como el mejor vendedor de  la tienda Sony con casi  $250 mil en ventas y que fuera escogido para representar a esta compañía en una Cumbre Internacional en Chile, relacionada con lo último en tecnología. Evento que estaba programado para los días del 20 al 24 de febrero, y luego que la empresa había invertido en boletos de avión  y alojamiento. Reconocimiento que mi hijo consideraba como un triunfo personal.

» Espero que la  compañía Sony, que en el año 2011 presentó ganancias por 200 billones de dólares, pueda asignar un fondo especial para enseñar reglas de etiqueta a su personal y que un sicólogo o especialista en salud mental traiga a  estos jóvenes a la realidad.  Que Dios bendiga a mi Puerto Rico y que podamos volver a ser una sociedad donde la dignidad humana esté  por encima de los intereses económicos».