Al tiempo que la ciudadanía busca desesperadamente una respuesta coherente que le permita entender la anunciada llegada del llamado Impuesto al Valor Añadido (IVA), decenas de compatriotas continuan abandonando la isla, ante la decepción que representa para ellos un futuro incierto.
Más que preocupación, un gran sector de la comunidad puertorriqueña enfrenta la desesperación colectiva de no saber si mañana tendrá los recursos básicos para honrar sus responsabilidades financieras.
Luego del experimento parcialmente fallido del IVU, ahora el gobierno nos «obsequia» con una reforma contributiva escudada en otro impuesto que podría hasta triplicar el actual 7 por ciento que debemos pagar en toda transacción comercial o servicio. Aunque suena bonito decirle al pueblo que el IVA tiene el propósito de eliminar la contribución sobre ingresos y ayudar a las personas que ganan hasta 40 mil dólares al año, detrás del ofrecimiento se oculta una segunda intención.
Es algo parecido a esos medicamentos «mágicos» que alegan curarlo todo, pero que ocultan en letra pequeña sus efectos secundarios.
Independiente a la obligación social de contribuir al sostenimiento del estado a través del pago de impuestos individuales o de otra naturaleza, el ciudadano común no puede ser utilizado por Hacienda como el cajero automático que cubra todos los desmanes y las fallas de malos administradores a través de los gobiernos de turno.
Hoy más nunca, Puerto Rico exige de sus gobernantes que de una vez y por todas redoblen los esfuerzos para mantener una administración pública honesta, balanceada, libre de compadrazgos políticos y celosa en la manera de administrar los dineros del pueblo. Como dijera un recordado político latinoamericano, «este un gran país, rico, pero pobremente administrado». Ahora como ayer, NO a la posible aprobación del IVA. Los puertorriqueños no estamos preparados para lidiar con un sistema impostivo que terminará por lanzarnos al precipicio económico.
( Ante la vigencia histórica que tiene este comentario editorial, procedemos nuevamente a su publicación, confiados en el criterio de nuestros legisladores y el compromiso que tiene cada uno de ellos con la mayoría del país que rechaza la anunciada aprobación del fatídico IVA. Señores representantes y senadores, es momento de votar con su conciencia, ustedes se deben al pueblo que los eligió.)