OPINIÓN: El “show” del transformador y las “focas” aplaudiendo

Por Marimer Lanza González-Rodiles

PONCE: Opinando sobre la reacción de algunos compueblanos por el paso del transformador por las calles de mi ciudad.

¡Aquí tienen el resultado de la campaña mediática del gobierno y de LUMA con el traslado del dichoso transformador!

¡Un pueblo becerro aplaudiendo este robo que nos hicieron en la cara!

Con pruebas, demostrando el gasto exorbitante fue innecesario, cuando se sabe que ya hubo un traslado de otro transformador por un cuarto menos de dinero de lo que se gastó con este.

Con pruebas de que lo bajaron en el puerto de San Juan y lo llevaron en carretera hacia Bayamón. Y no hicieron este circo.

Pero NO, tenemos un pueblo el cual no se informa y no busca información.

Un pueblo con gríngolas y aplaudiendo la “clavá” del siglo que nos han dado.

Un pueblo que su prioridad… ¡Bah!, no creo que ni tengan prioridades.

Esta gente es la misma que va como borregos a las urnas a votar por estos pillos saqueadores.

¡A mí lo único que me alegra de esto, es que ese transformador ya está donde tiene que estar y que va a suplirle a mis hermanos del área sur el servicio de energía que tanto necesitan!

¡Porque aquí nadie ve que hay personas pasando necesidades, perdiendo sus compras, perdiendo sus enseres y hasta su vida corre peligro si sus máquinas para mantenerlos vivos no tienen electricidad!

¡LUMA y el gobierno maldito que tenemos lo logró!

Todos, bueno la mayoría, pendientes a esta nueva distracción y logrando que olviden nuestra realidad.

Vivimos en una isla con un sistema energético de mierda. Por el cual nos cobran carísimo, y ya hemos tenido ocho aumentos en la factura. ¡Si, nos aumentaron el servicio! Cuando nos decían en la cara que eso no iba a pasar. ¡Y ahora LUMA chantajea con no dar servicio si no hay otro aumento!

¿Cuándo fue que el puertorriqueño aprendió a conformarse con lo mediocre? ¿Cuándo fue que al puertorriqueño se le olvidó alzar su voz por las injusticias? ¿Cuándo al puertorriqueño se le olvidó estar de pie y no dejarse aplastar?

¡Dejen la costumbre del “ay, bendito” para que nos cojan pena!