Por: Julio Víctor Ramírez, hijo
¿Hasta dónde ha llegado el fanatismo político en nuestro país? ¿Es indolencia? ¿Es conformidad? ¿Que ya todo lo vemos como lo más normal?
Para serles franco, me espantaron algunas reacciones de personas que comentaron a la reciente noticia de la compra por parte del Gobierno Municipal de Aguadilla de una lujosa guagua Cadillac Escalade del 2015 para el uso del alcalde Carlos Méndez Martínez, que le costó a los aguadillanos la friolera de $78,871 en fondos públicos.
“Eso es problema de él, no de ustedes. Se puede comprar 30 guaguas con su dinero”, escribió un individuo que tal parece que no leyó a nombre de quién era la factura.
“Lo que es ser envidioso… Que cada cual viva la vida como quiera y el que trabaja, puede obtener las cosas a su manera sin defender a nadie”, escribió otra fanática a la que evidentemente no le importa en qué se usan los chavos que la gente paga en contribuciones, especialmente en tiempos de crisis.
“No lo conozco, pero he estado pendiente de su obra. Tremendo alcalde. Municipio en superávit y todo el mundo bien pago. Hasta la transportación de las escuelas pagó. Bien merecido. Si lo va a hacer, que lo haga de frente y si puede. Malo si el municipio estuviera quebra’o y la gente fastidiá”, opinó otro.
Esos son tres ejemplos de comentarios de personas que prefieren ver un alcalde “bien monta’o” a que se usen prudentemente los recursos que aportan TODOS… Penepés, populares, pipiolos y los que no creen ni en la luz eléctrica.
Se pierde de vista un elemento bien importante y es que una persona que aspira a un cargo público, lo hace para servir a sus constituyentes y no para servirse de ellos.
Siempre se ha hablado de que el alcalde Méndez Martínez es una persona “acaudalada” y él mismo ha proclamado desde hace algunos años que “no cobra su salario de alcalde” y que vive de su pensión… Hasta allí, todo aparenta estar bien y en orden. No obstante, los políticos siempre apuestan a la memoria “corta” del pueblo.
Buscando en archivos noticiosos, se puede encontrar que en enero de 2008, la Legislatura Municipal de Aguadilla, o por lo menos, su mayoría parlamentaria, consideró y aprobó un proyecto de ordenanza que le aumentaba el salario al alcalde de $96 mil a $127 mil. Originalmente, el aumento salarial ascendía a $139 mil, pero era demasiado escandaloso, aún para los que al final le aumentaron el sueldo.
En el servicio público, y subrayo las palabras SERVICIO y PÚBLICO, la pensión de retiro se calcula a base del salario más alto que un empleado público ha devengado. ¿127 mil anuales tienen sentido ahora?
El asunto es que no es cuestión de que se lo merezca.
Porque un funcionario público, especialmente si es electo, está, como indiqué anteriormente, para servirle a la gente y no para vivir como millonario con el dinero que todos tenemos que pagar en el IVU, las contribuciones sobre ingresos, el CRIM, y las patentes municipales, entre otras cosas que se le ocurra al gobierno imponernos.
Con su dinero, si lo tiene, el alcalde Méndez o cualquier otro funcionario electo, puede comprar lo que quiera. Puede tener 30 “Escalades” si las desea y las puede pagar, como dijo el fanático que no se dio cuenta de que la factura estaba a nombre del Municipio de Aguadilla… Pero con SU dinero, no el de los aguadillanos.
Si es verdad que tiene el pueblo limpio, bien por él… ES SU TRABAJO…