TEMAS DE CONVERSACION: Por Julio Víctor Ramírez-Torres
Nuevamente, nos enfrentamos a la misma situación que deja claramente establecida la improvisación que se vive en todas la dependencias gubernamentales del país. Como bien lo expresa un estribillo de la música tradicional navideña, «todos los años vienen con la misma cosa». Resulta increible que un monstruo burocrático como el Departamento de Educación a nivel central, sus funcionarios no aprovechen los meses de vacaciones para contratar personal, poner la planta física de las escuelas al día, negociar con los transportistas escolares y sobre todo, saber que sin maestros y demás personal, incluyendo empleados de comedores y de mantenimiento, una escuela nunca estará en condiciones de recibir a los estudiantes.
Pero como son «cabeciduros» estos señores, comenzando por el Secretario de Educación. no aprenden de los errores del pasado. Resulta vergonzoso que unas madres residentes de Ponce, tengan que atarse a los portones de esa agencia en San Juan, para que alguien las escuche. Ellas solo reclaman que el sistema no les elimine la escuela donde estudian sus hijos. La excusa del gobierno, que es siempre la misma, la reducción de matrícula en decenas de planteles a través de la isla.
Que fácil hubiese sido que alguien con sentido común condujera un estudio inteligente para establecer el porqué nuestros niños abandonan las escuelas, muchos de ellos hastiados de acudir todos los días a un lugar aburrido donde la pizarra del tiempo de las «guácaras», el borrador y la tiza continúan siendo la orden del día. Con las contadas excepciones de las llamadas «escuelas del Siglo 21», las aulas de Puerto Rico siguen rezagadas en cuanto a los avances tecnológicos, mientras nuestros niños son expertos en el manejo de la computadora, la tableta, el «I-Pod» y todos esos «embelecos» del siglo actual.
Mientras Educación invierte cientos y hasta miles de millones de dólares anuales para que continúe floreciendo el batatal político en esa importante agencia responsable de velar porque se cumpla y respete el derecho constitucional de educar a nuestra niñez, se le regatean puestos de trabajo a maestros y consejeros necesarios en el salón de clases. Esta vez la situación no es distinta, cerrar cientos de planteles escolares no es la solución para lograr reducción de costos y conseguir eficiencia. Al final, mientras más plata sobre para extender contratos a los amigos del alma, lo que suceda con nuestros niños y educadores en el salón de clases no es una prioridad para el Secretario de Educación.