En repetidísimas ocasiones hemos abordado un tema que para alguna gente pudiera calificarse de tedioso y aburrido. No obstante, transcurre el tiempo y las autoridades llamadas a atender la situación hagan cumplir la ley sin esperar que en cualquier momento, Dios no lo quiera, ocurra una desgracia. Se trata del estacionamiento sobre las aceras de las diferentes calles y avenidas sin el menor asomo de consideración y respeto para los niños, adultos mayores y ciudadanos de todas las edades que tienen pleno derecho a caminar por vías seguras y libres de obstáculos.
Aparentemente, aparcar sobre las aceras es una «moda» que alguien impuso en la isla en menosprecio a los derechos de los demás ciudadanos. Basta hacer un recorrido por diferentes sectores de la región oeste para constatar como algunos individuos y empresas comerciales han transformado las calles y aceras en patrimonio personal.
Son constantes las quejas de personas de edad avanzada que se ven forzadas a lanzarse a la calle porque la acera está bloquedada por vehículos, camiones y otros obstáculos. Incluso, hay quienes tienen la osadía de establecer sitios de estacionamiento en las diferentes vías de paso peatonal, como si le pertenecieran.
Hasta ahora han caído en oídos sordos las campañas de orientación que llevan a cabo diferentes entidades cívicas, particularmente, la Asociación de Personas Retiradas de los Estados Unidos (AARP). Si las autoridades no van a dar a respetar la ley que prohibe el aparcamiento sobre aceras y lugares regulados por la Ley de Tránsito, entonces, ¿Cuál es el uso de continuar construyendo ese tipo de facilidades públicas?
(El autor, Julio Víctor Ramírez-Torres, es director del Diario La Calle Digital).