[COLUMNA] Con derechos, pero sin carnet

Carnet de prensa de mi abuelo, Francisco Hernández Vargas, quien fue redactor de El
Imparcial cuando era estudiante universitario en la década del 1930.

Por Carlos F. Ramos Hernández, del Centro de Periodismo Investigativo

El debate sobre quién debe considerarse prensa o periodista ha sido tema controversial por mucho tiempo en nuestro país y en Estados Unidos. Lo mismo ocurre con la legitimidad del llamado “carnet oficial” que, en Puerto Rico, emite el Departamento de Estado.

La mayoría de los miembros de la prensa, incluyendo el equipo de periodistas del Centro de Periodismo Investigativo (CPI), no lo solicitan ni lo utilizan por entender que es una intromisión indebida del Estado sobre quién ejerce el rol de prensa.

El Departamento de Estado, por medio del “carnet oficial” sólo “confirma” que un periodista trabaja para un medio o que una persona freelance ha realizado labores periodísticas anteriormente. Ni más ni menos.

Se supone que con la credencial de prensa del medio al que se pertenece, un periodista pueda hacer cualquier cobertura, sin limitaciones. No necesita uno emitido por el gobierno. Y que también se permita participar a personas que buscan informar al público, con o sin carnet, pues hoy día, los que ejercen el rol de comunicar ya no son solo los que se sientan en las casi extintas salas de redacción, y hay múltiples formas en que se informa sobre el acontecer noticioso.

La administración de turno, en cada convocatoria de prensa que envía, comenzó a exigir a los periodistas llevar el “carnet de prensa oficial” del Departamento de Estado como si fuera una condición para participar de los eventos públicos de la gobernadora Jenniffer González Colón.

A pesar de la directriz, hasta ahora no suelen tener problemas los periodistas que muestran la credencial de prensa emitida por sus medios.

Sin embargo, es cuestionable esta nueva exigencia cuando, en paralelo, la mandataria y su esposo han recibido con brazos abiertos, sin credencial del Departamento de Estado, a un batallón de influencers y creadores de contenido para generar cobertura “positiva” de relaciones públicas que entremezclan con la actualidad noticiosa. ¿Será que estas personalidades tienen más privilegios que medios independientes, aunque no tengan el “carnet oficial”?

La Oficina de Prensa de La Fortaleza sabe bien que no puede exigir el carnet del Departamento de Estado. Esto es así porque representaría una clara violación a las garantías de libertad de expresión y de la prensa que operan en Puerto Rico. Y acudir al tribunal para remediar esta violación y, que un periodista obtenga una orden para que le permiten cubrir un evento, tampoco debe ser la respuesta, aunque sea una opción posible.

Hay que atender el problema de raíz: los gobernantes no deben tener la potestad de ser quienes cuestionen las cualificaciones de las personas que pueden fiscalizarlos y ejercer un rol de prensa en las conferencias desde la sede del Gobierno o desde cualquier lugar.

La definición de “prensa”, según ha sido interpretada por los tribunales al amparo de la Constitución de Puerto Rico y la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, es sencilla: cualquier persona que recopile información noticiosa con el propósito de difundirla para informar, está llevando a cabo funciones protegidas por la constitución, independientemente de si estudió formalmente periodismo o si está empleado por un medio.

Hoy día, bajo los entendidos modernos de la libertad de expresión, no existe una distinción legal entre un periodista y un ciudadano de a pie que ejerce funciones periodísticas.

Nuestro Tribunal Supremo ha explicado que la “misión de la prensa” en Puerto Rico es amplia e implica “viabilizar un vehículo de información y opinión, informar y educar al público, ofrecer críticas, proveer un foro para la discusión y el debate, y actuar como un sustituto para obtener noticias e información para sus lectores”.

El año pasado, la Overseas Press Club (OPC) llevó a cabo una campaña educativa llamada “No somos lo mismo” que buscaba delinear la diferencia clara entre periodistas, analistas políticos e influencers. En definitiva, no son lo mismo. Los periodistas tienen la obligación de publicar la verdad sin matices y regirse por un código de ética profesional. Seguir estos principios y respetar a los colegas que practican estos valores cimentan su credibilidad e independencia ante sus audiencias.

Ahora bien, si una persona recopila y difunde información noticiosa, sin importar su título u oficio, tiene la misma protección constitucional ‘como si fuese periodista’. Esto se ha convertido en un pilar de las democracias modernas, porque el principio del “consentimiento de los gobernados” requiere que el pueblo, sin distinción, pueda cuestionar las actuaciones de sus gobernantes. Lo contrario abre la peligrosa puerta de la censura oficial, como la que rigió en Puerto Rico durante los siglos pasados y que todavía existe en diversas partes del mundo.

Bajo el dominio español, los periódicos de la época requerían de licencias oficiales para su publicación, debían pagar fianzas o multas y, aún ante esta censura previa, jueces y fiscales de imprenta perseguían a directores, periodistas y lectores opuestos al Gobierno, según narra Antonio S. Pedreira en El periodismo en Puerto Rico (1941). Lo mismo sucedió durante los comienzos del dominio estadounidense cuando el Estado permitió que grupos privados atacaran a la prensa que criticara al gobierno militar; esto, por ejemplo, llevó, a la destrucción del local del Diario de Puerto Rico, dirigido por Luis Muñoz Rivera, a manos de turbas opositoras.

Vale la pena preguntarse, ¿debe seguir existiendo un “carnet oficial”? ¿Qué función cumple la credencial de prensa que emite el Departamento de Estado?

A finales de los noventa, en la decisión de Disidente Univ. de P.R. v. Depto. de Estado, una mayoría del Tribunal Supremo validó el reglamento vigente en ese momento que habilitaba al Departamento de Estado a emitir el “carnet oficial”. El tribunal resolvió que esta credencial era constitucional porque estaba ligada a la expedición de tablillas especiales para vehículos de motor que utilizan los miembros acreditados de prensa.

Pero, hoy día, ¿hay estacionamientos de prensa disponibles en las estructuras gubernamentales para toda persona que tenga esta credencial? Y si el estacionamiento es limitado, ¿bajo cuáles criterios se decide quién puede cubrir el evento noticioso? ¿Sólo los medios organizados, corporativos o “reconocidos”? ¿Y los periodistas independientes, comunitarios o freelancers? Si las tablillas especiales ya no tienen utilidad, ¿para qué sirve esta credencial?

El reglamento actual del Departamento de Estado dispone de varios requisitos de certificación y documentación que aparentan ser a todas luces sencillos. Una comisión, compuesta por representantes de medios de comunicación nombrada por el Secretario de Estado, está a cargo de revisar que un solicitante presente una certificación de que trabaja para “una empresa periodística”.

En el caso de periodistas independientes o freelance, estos deben someter una declaración jurada en donde se certifiquen “sus labores y presente evidencia de los trabajos periodísticos que realizan”. Según el reglamento, la comisión sólo presenta una recomendación y toca al Gobierno emitir y firmar la resolución final.

Los requisitos para periodistas independientes se definieron para permitir que se pueda ejercer como periodista freelance desde las redes, en parte, luego de que el Tribunal de Apelaciones resolviera en 2012 que a Juan Carlos Pedreira, quien en ese momento operaba la plataforma “CaribNews” principalmente en Twitter, le habían denegado arbitrariamente la expedición del “carnet oficial” a pesar de haber acreditado que laboraba como reportero freelance. Por primera vez, se le otorgó un “carnet oficial” a un periodista independiente que informaba a su público desde las redes sociales.

En el abstracto, la lógica detrás de una credencial de prensa no carece de todo sentido. Cumplen una función razonable de cómo identificar a personas que cubren eventos noticiosos y sirve para coordinar otros asuntos de logística y espacio físico. Son comunes en la historia reciente del periodismo.

En varios países de Europa, por ejemplo, son las asociaciones de periodistas quienes las emiten, y no siempre el Gobierno. El problema está en su oficialización y en la obligatoriedad de presentar el “carnet oficial” para las coberturas en donde participen funcionarios, porque limita quiénes y de qué manera pueden cuestionar las decisiones de política pública que nos afectan. ¿O es que el gobierno sólo quiere una audiencia de aduladores y adeptos en sus conferencias de prensa?

Según un estudio del Digital Media Law Project de la Universidad de Harvard (2014), la iniciativa académica que más a fondo ha estudiado este tema, uno de cada cinco periodistas entrevistados informó que le habían rechazado la emisión de una credencial en al menos una ocasión. El estudio señala que los periodistas freelance y los fotoperiodistas suelen ser de los grupos con mayor probabilidad de ser denegados.

La credencial se ha convertido en un mecanismo para ejercer control gubernamental arbitrario sobre la libertad de prensa. Hoy, son algunos medios independientes, la Prensa Comunitaria y los freelancers quiénes han sido objeto de esta censura del Estado. ¿Y qué pasa si se deja pasar esta arbitrariedad, y luego el Gobierno decide que los medios que le fiscalizan e incomodan, sean grandes, pequeños, corporativos, diarios, mensuarios, con o sin fines de lucro, tampoco pueden cubrir La Fortaleza?

No podemos permitir que el Gobierno dicte quién es o no periodista. Esto, claro, tiene que venir acompañado de la defensa constante de los principios éticos por los cuales deben regirse todos los que dicen ejercer el oficio del periodismo. Más importante aún, si la misión de la prensa en Puerto Rico incluye “ofrecer críticas, proveer un foro para la discusión y el debate”, entonces el “carnet oficial” no puede ser un obstáculo ni una condición impuesta por el Gobierno para ejercer la libertad de palabra.

LA CALLE Digital se une en alianza al Centro de Periodismo Investigativo

MAYAGÜEZ: LA CALLE Digital, uno de los principales medios informativos electrónicos del Oeste, anunció el miércoles en la tarde su alianza con el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) con el fin de divulgar el trabajo de investigación periodístico que esta organización sin fines de lucro realiza en beneficio de la comunidad.

El periodista Julio Víctor Ramírez, hijo, editor en jefe de LA CALLE Digital, confirmó la unión como medio aliado del CPI en el marco del vigésimo aniversario de LA CALLE como medio informativo y la década de existencia de LA CALLE Digital, que se celebrará el próximo 1 de agosto.

El CPI es una organización de periodismo sin fines de lucro 501(c3) fundada en 2007, dedicada al periodismo de investigación en Puerto Rico.

La misión del CPI es ser un instrumento para promover y defender el periodismo de investigación y el derecho del público al acceso a la información.

El CPI distribuye su contenido bilingüe de forma gratuita, directamente a lectores y medios aliados en Puerto Rico y en el extranjero. Su trabajo ha sido ganador de premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico y el Overseas Press Club, y de organizaciones internacionales.

“Para nosotros es un honor unirnos como medio aliado al Centro de Periodismo Investigativo y estaremos divulgando su trabajo tanto en LA CALLE Digital como en nuestro programa CON BASE Y FUNDAMENTO, que se transmite de lunes a viernes a las 7:00 de la noche por WKJB 710 AM y el Facebook Live de LA CALLE Digital y todas nuestras plataformas”, dijo complacido el periodista Ramírez.

Periodistas independientes condenan “orden de protección” contra José Luis de Prensa Comunitaria

Captura de pantalla/LA CALLE Digital

MAYAGÜEZ: La Asociación de Periodistas Independientes de Puerto Rico denunció el sábado lo que catalogó como “un patrón de persecución a la prensa por parte de la Fiscalía de Mayagüez y la Policía”, afirmando que se trata de “un patrón altamente peligroso de eventos que intenta limitar el derecho del pueblo a estar informado, coartando el ejercicio de la prensa libre”

“La Fiscalía de la región de Mayagüez y la Policía de Puerto Rico están intentando limitar el trabajo de los periodistas a través de tácticas de persecución y censura previa. Estos intentos no se dan en un vacío, sino que forman parte de lo que aparenta ser un plan mayor, que incluye la proliferación de demandas y amenazas de litigios contra periodistas independientes y de medios corporativos; campañas de descrédito contra reporteros en las redes sociales; agresiones; amenazas de arrestos y persecución. El único objetivo de esta campaña es evitar que la prensa haga su trabajo de informar para que el público no se entere de lo que pasa”, señala el gremio. 

“En la tarde de hoy (viernes 15 de marzo de 2024) el periodista independiente y miembro de la APIPR, José Luis Lebrón, de Prensa Comunitaria, fue objeto de varios intentos para coaccionarlo y limitar su trabajo informativo”, apunta la entidad. 

El comunicado de la APIPR expresa textualmente lo siguiente: 

“Primero, el oficial de Arrestos Especiales de la Policía de Puerto Rico, Vidal Vázquez, con 28 años de experiencia, obtuvo en la Fiscalía de Mayagüez una orden de protección bajo la Ley de Acecho 284. Este policía, armado, que se dedica a arrestar criminales, alegó que se sentía intimidado por el periodista. 

El propósito es evitar que el periodista se le acerque y cubra noticias relacionadas a las agresiones que se le imputan a este policía y otros contra los manifestantes durante protestas en La Parguera en el verano pasado. El policía Vázquez aparece en varios vídeos y reportajes periodísticos golpeando a puños por la espalda a varias mujeres en ese incidente. 

Esta acción del policía Vázquez vino luego de días de vistas en el tribunal en las que han quedado claras las tergiversaciones de los policías, que apuntan a que no se sostienen los cargos contra manifestantes. La única prensa que ha estado cubriendo ese caso son los periodistas independientes, y es evidente que este policía no quiere que se sepa lo que sucede en corte. 

Horas más tarde el intento de coaccionar a la prensa vino de la Fiscalía. Los fiscales Vanessa Rivera, Andrés Rodríguez Bonilla y Rosa Acevedo González solicitaron que no se transmitan las vistas en el caso de los manifestantes de La Parguera. 

La solicitud se hizo al Tribunal en Mayagüez a pesar de que el permiso para transmitir audiencias lo concede el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Las vistas se reanudarán el lunes. 

Todos estos sucesos en la Fiscalía ocurren bajo la dirección de la fiscal de Distrito de Mayagüez, Blanca Portela, cuyo historial ha sido cuestionado por la prensa independiente, ya que no han ganado los pleitos contra manifestantes en toda la zona. Esto incluye casos como los arrestos en la Cueva Las Golondrinas en Aguadilla, el edificio Sol y Playa en Rincón, y en La Parguera, entre otros. 

Estos dos intentos de acallar al periodista José Luis Lebrón ocurren un día después de que en el Tribunal de Ponce el candidato a alcalde por el Partido Nuevo Progresista, Pablo Colón, demandó por difamación al periodista Lorenzo Delgado, conocido como el León Fiscalizador, saliendo victorioso del caso. 

Este caso va a apelación a partir de la semana próxima. Delgado también es miembro de la APIPR. 

En los últimos meses ha habido otras demandas contra periodistas de televisión y prensa independiente, en lo que ya se puede confirmar que luce como un patrón para limitar el acceso a que se cubran las noticias. Son intentos burdos de intimidar a los periodistas, afectarlos económicamente y tratar de que se oculte la verdad.  

La Asociación de Periodistas Independientes de Puerto Rico exige respeto al trabajo de la prensa. Los periodistas independientes estamos haciendo el trabajo importante de reportar los hechos que le importan al pueblo. Lo hacemos, sin amarres comerciales ni políticos. Hacemos las preguntas importantes para el país, con respeto y de manera profesional. Estamos comprometidos con decir la verdad al pueblo porque pueblo informado toma mejores decisiones. 

No vamos a permitir que se limite la libertad de prensa en Puerto Rico porque no se trata del periodista sino del derecho del pueblo a enterarse de las noticias. Los ciudadanos exigen enterarse de la verdad y para eso estamos los periodistas. 

La Asociación de Periodistas Independientes de Puerto Rico respalda el trabajo veraz de la prensa puertorriqueña y vamos a respaldar a nuestros compañeros. 

Repudiamos todo intento de limitar el periodismo y la libertad de prensa, que son derechos garantizados por la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y la Primer Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica”. 

«Tapaboca» de Rosselló a la Superintendente Hernández por intento de mordaza a la Prensa

La superintendente de la Policía, Michelle Hernández, y el gobernador Ricardo Rosselló (Fotomontaje LA CALLE Digital).

La superintendente de la Policía, Michelle Hernández, y el gobernador Ricardo Rosselló (Fotomontaje LA CALLE Digital).

SAN JUAN: Afirmando que “no se adoptará ninguna regla que limite el derecho constitucional del Pueblo a estar informado”, el secretario de Asuntos Públicos de la Fortaleza, licenciado Ramón Rosario, informó que el gobernador Ricardo Rosselló Nevares dejó sin efecto la Orden General sobre Estructura Organizacional y Funcional de la Oficina de Prensa de la Policía de Puerto Rico, impuesta el miércoles por la superintendente de la Policía Michelle Hernández de Fraley.

Las declaraciones escritas fueron circuladas el jueves en la mañana, luego de que varios medios de comunicación informaran sobre la “mordaza” que intentaba imponer la exoficial militar, en lo que se refiere a la información que se le debe dar a la Prensa.

“El gobernador Ricardo Rosselló Nevares se comunicó con la superintendente de la Policía y se dejó sin efecto de inmediato la Orden General sobre Estructura Organizacional y Funcional de la Oficina de Prensa de la Policía de Puerto Rico”, dijo Rosario en su comunicado.

Alo & John Almuerzos 2017

Rosario recordó que la política pública de la nueva administración es “promover la transparencia”.

En su orden, la superintendente Hernández de Fraley les prohibió a los oficiales de prensa de la Uniformada describir cómo ocurrió un delito, difundir especulaciones sobre la causa de muerte de las víctimas, información que revele los detalles de la evidencia, revelar la metodología utilizada por el sospechoso para cometer el crimen y detallar el dinero involucrado en actos ilícitos.

Según la imposición, también estaba prohibido “detallar la cantidad o peso de objetos, compartir información que pueda perjudicar un juicio e información que exponga la identidad del agente investigador”.

Se justificaron esas instrucciones, aduciendo que la información que se le provee a los medios tiene que ser “exacta, sensata, oportuna y objetiva”.

Tal parece que la orden general se preparó a sabiendas de que la misma sería retada en los tribunales por la naturaleza de la misma, incluyendo una disposición que lee: “Si cualquier disposición de esta Orden General fuese declarada inconstitucional o nula por un tribunal competente, la sentencia o resolución dictada a tal efecto no afectará las demás disposiciones de esta orden, las cuales seguirán vigentes”.

Ataque “cibernético” contra LA CALLE por publicar la verdad

Balanza JusticiaMAYAGÜEZ: Lo que a todas luces fue un «ataque cibernético» contra el diario LA CALLE Digital, se produjo el miércoles en la noche, precisamente en el día en que mayor cantidad de visitas, en un lapso de 24 horas, registró este medio desde su creación.

Tal parece que durante el día de ayer, el trabajo investigativo de LA CALLE pisó bien duro un callo y dolió, lo que pudo haber traído como resultado que trataran de hacerle daño a este portal informativo.

En momentos en nuestro medio se acerca a los 2 millones de visitas, en poco menos de un año, alguien con intereses creados no pudo soportar que este medio se haya transformado en la publicación de mayor impacto y seriedad que surge para el Mundo, desde el Oeste de Puerto Rico.

Desde nuestra trinchera, adelantamos a los detractores que no habremos de claudicar a nuestros principios en defensa de la Libertad de Prensa y de Expresión.

Por ejemplo, casos como la publicación del gasto de fondos públicos en cosas innecesarias en medio de la crisis económica que afecta a Puerto Rico, denuncias de problemas en nuestras comunidades y la realidad de lo que ocurre en nuestra isla y a nivel internacional, son parte de nuestra asignación diaria.

Ya nuestros asesores técnicos están atendiendo la situación, aparte de notificar a las autoridades correspondientes.

Porque la verdad es nuestro mayor compromiso… Seguimos adelante.

Libertad de Prensa versus libertad de empresa en la isla

HORMIGUEROS: Pecaríamos de ingenuos si llegásemos a creer que la llamada Libertad de Prensa en Puerto Rico, no está supeditada a otros intereses que jamás permitirán que los medios de comunicación operen con el criterio amplio de permitir que sus periodistas digan o escriban lo que piensan sin censura de clase alguna. Obviamente, tratándose de asuntos donde medie  la verdad como defensa y la convicción de que se obra sin prejuicios en respeto a las leyes vigentes.

Luego de más de medio siglo laborando para diferentes periódicos y estaciones de radio, debemos aceptar con tristeza que la Libertad de Prensa y de Expresión, son derechos constitucionales que poca gente conoce, y menos, cuando se tocan sus intereses políticos y económicos. Resulta insólito, que un miembro de la Prensa activa  sea privado de ganarse el sustento diario, por el único motivo de formular preguntas para sacar a la luz un posible acto de corrupción gubernamental.

Pensábamos que eso solamente ocurre en regímenes totalitarios o en naciones donde las libertades están escritas en papel mojado. Aclaramos, no obstante, que los medios de difusión pública, periódicos, radio, televisión, revistas y otras publicaciones se sostienen del auspicio de los anunciantes y eso es perfectamente legítimo. Lo que no es aceptable, es que a un periodista se le prohíba manifestarse sobre diversos asuntos, para no herir la sensibilidad de políticos, empresarios y gente poderosa que intenta tomar control de los medios.

Lastimosamente, hay que personas que definen al buen periodista como el individuo que baila al son que le toquen. Ese tipo de periodista no honra a este oficio o profesión. Es fácil para un dueño de periódico, de estación de radio o de televisión echar de su plantilla de trabajo al  reportero que considera problemático. Después de todo, un periodista no es importante, unas fiestas patronales SI.

Julio Víctor Ramírez-Torres

Editor-Director, La Calle Digital

8-10-2012