[CPI] Autoridad de Carreteras no ofrece solución a inundaciones en la PR-64 de Mayagüez

Por Luis Joel Méndez/Centro de Periodismo Investigativo

MAYAGÜEZ: Eran las 8:12 p.m. del sábado 25 de mayo de 2024, cuando Jorge Ramírez González y María L. Carrero Orsini, ambos de 74 años, supieron que nuevamente tendrían que invertir tiempo y dinero en limpiar profundamente el fango que había en su casa. Unas horas antes, la vivienda en la que ambos criaron a sus tres hijas en el sector El Maní, en Mayagüez, se inundó cuando el canal aledaño a su propiedad se salió de su cauce tras una fuerte lluvia.

La pareja experimentó frustración e intranquilidad. Y estos sentimientos se repiten cada vez que su casa se inunda por las crecidas que afectan a El Maní, una comunidad en el litoral mayagüezano perteneciente al barrio Sabanetas, cuyos residentes tienen bajos ingresos económicos de acuerdo con los datos más recientes del Censo de Estados Unidos. La calle Villa Ramírez, donde residen Jorge y María, es la más susceptible a las inundaciones.

La familia Ramírez Carrero asegura que vive a merced de las inclemencias del tiempo, pues se han agravado las inundaciones en el área. La frecuencia con la que se desborda la calle depende de las pulgadas de lluvia que caigan, pero como la capacidad de drenaje allí es deficiente, no tiene que llover torrencialmente para que haya una inundación.

Esa angustia que siente el matrimonio cada vez que el cielo se nubla no siempre estuvo ahí. Aunque en su calle a veces se acumulaba el agua, el problema se agravó a partir de las obras hechas como parte de una ampliación en la carretera PR-64 hace más de una década, asegura la pareja.

La construcción vial se sumó a otros desarrollos comerciales en la periferia que destruyeron humedales, alteraron la hidrología del área y contribuyeron a la “impermeabilidad” que padece El Maní. Ese es el término utilizado para referirse a la pérdida de capacidad del suelo de absorber el agua de manera natural, en este caso, de escorrentías y de lluvia, explicó el Dr. Walter Silva Araya, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Agrimensura del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).

“Con cada nuevo desarrollo ha aumentado la impermeabilización de la comunidad”, dijo Silva Araya. “Esta tendencia es lo que ha aumentado el agua [que se acumula]”.

El Maní es un ejemplo de cómo la planificación desordenada eleva los niveles de vulnerabilidad de carreteras, como la PR-64, cuando ocurren eventos extremos de lluvia y sequía, los cuales se espera aumenten a consecuencia de la crisis climática. Esta situación pone en riesgo a los usuarios de esas vías y principalmente a los residentes en el área, encontró una investigación del Centro de Periodismo Investigativo (CPI). Las inundaciones, que se agravaron en El Maní desde el inicio de la construcción del desvío de la PR-64 en 2008, fueron la consecuencia de ignorar las experiencias históricas de las comunidades.

En Puerto Rico, casi un 15% de las carreteras municipales y estatales están en zona inundable, con al menos un 1% de probabilidad de ocurrir al año, encontró un análisis del CPI con datos del Plan de Uso de Terrenos y los Mapas de Niveles de Inundación Base Recomendados de la Junta de Planificación.

La comunidad El Maní nació a finales de la década del 50. Según un estudio del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) liderado por el doctor Edwin Asencio Pagán, en la década del 70, el Gobierno de Puerto Rico entregó títulos de propiedad sobre las parcelas en el sector a familias identificadas como de escasos recursos económicos. Con aproximadamente 1,200 residentes, según datos del censo de 2020, fue declarada Comunidad Especial en 2001. De acuerdo con la Ley para el Desarrollo Integral de Comunidades Especiales de Puerto Rico, para que una comunidad sea considerada como tal debe reunir parámetros como bajo nivel socioeconómico, condiciones de infraestructura básica inadecuada, alta proporción de personas desempleadas, altas tasas de analfabetismo, baja escolaridad, condiciones ambientales peligrosas o viviendas deterioradas.

¿Quién está preparado para vivir así?

Desde que se iniciaron las obras en la carretera PR-64 en 2008, el hogar de los Ramírez Carrero se inunda al menos dos veces al año, relató la pareja al CPI.

Ramírez Morales y Carrero Orsini dijeron que no necesitan que la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) les certifique que esa construcción empeoró las inundaciones en su calle porque su experiencia les llevó a advertir, hace más de una década, a funcionarios y contratistas de esa corporación pública que se agravarían las inundaciones cuando el proyecto estaba en construcción. Lo hicieron en persona y por escrito. No los escucharon.

“Cuando hicieron la carretera, que nosotros veíamos los problemas que íbamos a tener, fuimos a reclamarle a una ingeniera del gobierno”, dijo Ramírez Morales, sin poder recordar el nombre de la persona con la que habló. “Ella, ya molesta, me comentó que nosotros estábamos protestando mucho sin ver el proyecto terminado. Yo le dije: ‘Usted tiene mucha razón. Cuando usted termine el proyecto y lo entregue, usted va a Arecibo o a Ponce a hacer un proyecto de la misma categoría, y nosotros nos vamos a quedar con el problema, que es lo que ha ocurrido del 2010 para acá’”, relató.

Durante unas vistas públicas celebradas en 2004, los residentes en la comunidad mostraron preocupación ante la posibilidad de que las obras aumentaran los niveles de inundación allí, recoge el documento de evaluación ambiental. En respuesta a esa preocupación de los vecinos, la ACT les prometió que no se elevaría la carretera. De acuerdo con documentos revisados por el CPI, aumentar su nivel empeoraría las inundaciones en la comunidad, explicó el diseñador del proyecto, Carlos M. Rexach Soto.

La Autoridad de Carreteras aseguró, en las evaluaciones ambientales del proyecto, que el 80% de los residentes de El Maní “entrevistados” estaba de acuerdo con la ampliación de la PR-64, pero no precisó a cuántas personas entrevistó para obtener ese porcentaje.

Las dos ingenieras de la ACT a cargo del proyecto fueron Ivelisse Pérez Márquez y Yaritza Cordero Bonilla. En el proyecto también participaron la firma Roberto Rexach Cintrón & Associates y la constructora Tamrio, según dos expedientes de la ACT y de la Administración de Tribunales a los que tuvo acceso el CPI.

La ingeniera Cordero Bonilla, administradora del proyecto y empleada de la ACT, confirmó al CPI que, a inicios del proyecto, conversó con representantes de la mencionada firma de ingenieros acerca de la preocupación de los residentes con la ampliación de la PR-64. Carlos M. Rexach Soto respondió que, independientemente del diseño del proyecto, la comunidad estaba ubicada en zona inundable. Así que la obra continuó.

Al fin y al cabo, “el ámbito del proyecto no estaba concentrado en solucionar los problemas de inundación del área”, aunque su diseño, según la firma Rexach & Cintrón & Associates en una de sus misivas a la ACT, intentaría disminuir las inundaciones. Pero el problema se agravó.

“Eso es mentira”, respondió Ramírez Morales a preguntas sobre si la comunidad siempre se inundaba, como afirmaron las ingenieras al ser entrevistadas. “Ahora, con cualquier lluvia, se inunda. No tiene que venir un huracán para inundarse”, aseguró el ciudadano.

Advertencias ignoradas por la ACT

Desde septiembre de 2011, cuando llovía, el nivel de agua en la carretera impedía el paso y dejaba incomunicados a los residentes, advirtió en una carta a la ACT Wilfredo Ramírez Morales, vecino de El Maní.

Esto fue antes de que el proyecto de construcción terminara. “Están a tiempo de corregir los problemas que están causándonos, privándonos del derecho a la entrada y salida libremente de nuestros hogares y haciendo que nuestras propiedades pierdan valor”, reclamó entonces Ramírez Morales.

El camionero, nacido y criado en la comunidad, aseguró al CPI que su propiedad solo se había inundado en dos ocasiones antes de la ampliación de la PR-64; una cuando el Río Grande de Añasco se desbordó por las impetuosas lluvias de la tormenta Eloísa en 1975 y otra en 1997, durante el huracán Georges.

En entrevista con el CPI, el supervisor de la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias de Mayagüez, Alfredo Vargas, explicó que la PR-64 se inundaba “siempre que llovía”. Sin embargo, alegó que unas mejoras del municipio a la PR-64 han mermado las inundaciones en la zona, aunque no se han remediado completamente, según publicaciones en redes sociales de los propios residentes en la comunidad.

Una demanda de 2010 por expropiación relacionada al proyecto, que todavía está activa, alega que la constructora Tamrio — contratada por la ACT — tapó la salida de unas tuberías de desagüe en la PR-64 durante su ampliación hace más de una década. Esto provocó que la vivienda de una de las familias del sector se inundara y terminara inhabitable. La familia Villarrubia Ramírez alega que la agencia sabía que la propiedad se inundaría.

El informe sobre el problema de inundaciones que hizo la ACT en 2015 también recoge las denuncias del ingeniero y agricultor Enrique Calderón, quien alegó ante la Oficina del Procurador del Ciudadano que su terreno en El Maní comenzó a inundarse hasta tres pies de altura después de que se culminó el proyecto, lo cual dañó sus cultivos.

El entonces director del Área de Construcción de la ACT, Noel E. Rosario Hernández, solicitó al Grupo Interdisciplinario de Pre-Planificación de la corporación pública que evaluara el problema de inundaciones en la PR-64, particularmente entre los kilómetros 0.3 y 0.4. 

Su sugerencia principal fue “dragar el canal” desde un puente aguas arriba en la PR-64 hasta su punto de conexión con el Caño Boquilla. También establecer un programa de mantenimiento recurrente del canal para minimizar el problema de inundación, pero en el informe se reconoce que, “aún en óptimas condiciones, el canal no tiene capacidad para controlar escorrentías de eventos de lluvia extraordinarios”.

La ampliación formó parte del proyecto Desvío Oeste, a cargo de la ACT y el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP), un ambicioso proyecto vial que comenzó hace más de 20 años que buscaba descongestionar el tráfico de la PR-2 y proporcionar a los turistas una carretera costera con un paisaje agradable.

El exsecretario de DTOP, Rubén A. Hernández Gregorat, destacaba las mejoras al tramo donde viven los residentes en la calle Villa Ramírez y las incluía dentro de la transformación de infraestructura a la que se sometería la zona en el marco de los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Mayagüez en 2010. El CPI intentó, sin éxito, comunicarse con Hernández Gregorat.

El proyecto del llamado Desvío Oeste se dividió en múltiples fases que incluían ampliar, pavimentar, rotular, sembrar, así como construir sistemas de drenaje y hacer las carreteras PR-2, PR-64 y PR-341 más amigables a los peatones, según las evaluaciones ambientales del proyecto. El costo de la ampliación de la PR-64, que conecta la PR-2 con la PR-341 en la comunidad El Maní, fue de $11.6 millones, según Juan Olmeda Reyes, oficial de prensa de la ACT.

Cúmulo de problemas

A través de los años, tanto los vecinos como la administración municipal de Mayagüez han identificado un exceso de sedimentación en el canal tributario cuando llueve mucho, deficiencias en el desagüe e incapacidad del canal para recoger las aguas. Los residentes también mencionan que el declive que se diseñó en la carretera, en lugar de ayudar a que las aguas pluviales discurran hacia fuera de la comunidad, las mueve a sus casas.

El declive tenía el objetivo de encauzar las aguas a los drenajes que conducen al canal tributario, según el informe de evaluación que hizo la ACT en 2015. Pero en el mismo informe se reconoce que el canal carece de capacidad para captar las aguas pluviales durante eventos extraordinarios, como vaguadas y tormentas. La experiencia para los residentes, sin embargo, ha sido que, aun en eventos de lluvia moderada, el canal es incapaz de captar el agua y, por lo tanto, las escorrentías se acumulan en la vía pública y en la comunidad.

El informe reconoce: “Lamentablemente, cuando el canal está lleno, la tajea y los drenajes también están llenos a capacidad y se acumulan las aguas en la carretera y colindancias inmediatas”.

Ivelisse Pérez Márquez, directora de la Oficina Regional de la ACT en Mayagüez durante el proyecto, dijo al CPI que su agencia no podía alterar el canal como parte del proyecto debido a que hacer esto era responsabilidad del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).

El historiador mayagüezano Javier Cesaní Román explicó al CPI que el canal fue diseñado por terratenientes del azúcar entre las décadas del 40 y el 50 por recomendación del Gobierno de Puerto Rico. El proyecto fue costeado con fondos privados.

De acuerdo con el Catastro Digital del Centro de Recaudación de Impuestos Municipales (CRIM), el Caño Boquilla está adyacente a 12 terrenos privados pertenecientes a dueños distintos.

Como la construcción del canal fue una inversión privada, el DRNA no tiene obligación de darle mantenimiento, según la Ley 55 de 2004. La ley no precisa sobre cuál entidad gubernamental recae el mantenimiento del cauce, sino que depende del trabajo que quiera hacer el DRNA en coordinación con el Municipio y con el propietario del terreno.

El oficial de prensa del DRNA al momento del reportaje, Joel Seijo Rivera, indicó que la responsabilidad de limpiar quebradas, arroyos y caños recae en los municipios y que la agencia no tiene ningún proyecto de limpieza para la quebrada El Maní o el Caño Boquilla.

Ninguno de los estudios ambientales del proyecto revisados por el CPI anticipó que eventos de lluvia sostenidos, más allá de vaguadas, tormentas y huracanes, provocarían que las casas colindantes se inundaran.

Las dos ingenieras del proyecto coincidieron durante una entrevista conjunta con el CPI en que el canal se tenía que limpiar periódicamente ante la pobre capacidad de captación de agua durante eventos de lluvia extraordinarios. En años recientes, esta limpieza la ha asumido el Municipio.

“Cuando el caño no está en condiciones [limpio], la carretera coge más agua”, indicó Pérez Márquez.

La ingeniera Cordero Bonilla explicó que tanto la ACT como el DTOP limpiaron el canal una vez se finalizó el proyecto de ampliación en la PR-64 en 2012. Desde ese entonces, el Municipio se ha hecho cargo de su limpieza, dijo el alcalde Jorge L. Ramos Ruiz.

Fallas de construcción identificadas por el Municipio

El Alcalde de Mayagüez explicó que hace dos años, en una de las limpiezas del canal de agua, encontró una acumulación de tierra que obstruía el flujo de agua que, a su juicio, pudo haber agravado las inundaciones en el sector.

El material fue encontrado en un tramo donde hubo un tipo de puente que se utilizó durante un tiempo para el desarrollo de una finca de mitigación, para remediar los daños a los humedales aledaños como parte del proyecto vial. El CPI intentó visitar la finca, pero está inaccesible. Los vecinos de la comunidad aseguran que está en completo descuido.

También indicó que empleados municipales encontraron que el sistema de drenaje de la PR-64 no se había terminado de construir, lo que abonaba a la acumulación de agua en la vía. La administración municipal reemplazó los desagües por unos más grandes, a un costo de unos $5,000, dijo el alcalde.

Para Ramos Ruiz un rediseño de la carretera que eleve su nivel es la única solución permanente al problema de las inundaciones. Pero la firma de ingeniería Roberto Rexach Cintrón & Associates descartó desde el principio elevarlo porque entendía que, en lugar de aliviar la inundación, la empeoraría porque se acumularía incluso más agua, según una comunicación que la empresa mantuvo con la ACT.

En tanto, la ingeniera Pérez Márquez aseguró al CPI que no hay nada que reparar porque el proyecto está “bien hecho” y se hizo conforme a los planos, pasó inspección final y aprobación de la Federal Highway Administration.

“No podemos perder de perspectiva que esta zona es inundable y que el nivel freático está más alto que el nivel de sus patios”, destacó.

El ingeniero Silva Araya también opinó que elevar el nivel de la carretera no remediará el problema. Más bien instó a explorar la posibilidad de diseñar charcas de retención y un canal tributario más ancho que desemboque en el mar, aunque sea complejo y oneroso, o encomendar un estudio de drenaje para reducir las inundaciones en las propiedades.

Un importante recurso

La Reserva Natural del Caño Boquilla es uno de los pocos bosques de pantano estuarino salobre en Puerto Rico, explicó la Dra. Julia S. Mignucci Sánchez, cofundadora de Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, organización a cargo de coadministrar los predios de este importante ecosistema con el DRNA. La reserva, además de ayudar a controlar la erosión del suelo y ser una zona de filtración de contaminantes en el agua de recarga de los acuíferos, sirve como un sistema de control de inundaciones.

La ambientalista también relaciona las inundaciones en El Maní con la destrucción de humedales para la construcción de centros comerciales y carreteras. Esos terrenos eran utilizados décadas atrás para la siembra de caña de azúcar, y se mantenían húmedos.

El profesor Silva Araya explicó que no se puede señalar la ampliación de la PR-64 como el único causante de las inundaciones en El Maní. La construcción de estructuras como hospitales, centros comerciales, viviendas, barreras y carreteras en la periferia han alterado el flujo natural de las aguas al Caño Boquilla en Mayagüez y hacia el Océano Atlántico, dijo.

Silva Araya mencionó que la construcción en 2013 del Hospital de Veteranos en la PR-2, a unos minutos de El Maní, cambió el curso de un cuerpo de agua que atravesaba el terreno donde se construyó y alteró la hidrografía del sector.

El Maní está rodeado por múltiples canales y, cuando se desbordan sus aguas, terminan en la llanura que separa la comunidad del centro comercial Western Plaza.

Hidrografía sacrificada a costa del “desarrollo”

El centro comercial Western Plaza se construyó en la década del 90, a 10 minutos a pie de El Maní, en un terreno de humedales que ayudan a reducir el riesgo de inundaciones.   Bartolomé Carrero, residente en la comunidad, aseguró que la parte trasera de El Maní comenzó a inundarse a partir de esa construcción. El también comerciante lo atribuyó al impacto ambiental que tuvo el desarrollo en la zona.

“Aquí nunca pasaba eso”, recordó Carrero, vecino del lugar por al menos seis décadas.

En los años 90, se destruyeron cerca de 46 cuerdas de humedales para el desarrollo del Western Plaza, décadas antes de la ampliación de la PR-64, según datos del Catastro Digital del CRIM y del Inventario Nacional de Humedales del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre. Este caso es un ejemplo de la mala planificación a la que ha sido expuesta la comunidad, a juicio de Ruben García Vaines, vicepresidente de la organización sin fines de lucro Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente.

“El desarrollo de la carretera en 2010 para los Juegos Centroamericanos es un ejemplo de muchos otros proyectos que han impactado la hidrología del lugar (…) Cuando construyes una carretera o cualquier desarrollo, puedes cambiar el flujo o el movimiento hidráulico de las aguas”, dijo García Vaines.

Edwin Asencio Pagán, fundador de Proyecto Esperanza, que educa a residentes en comunidades costeras vulnerables en la zona oeste de Puerto Rico, dijo que la mayoría de los residentes en El Maní tienen 54 años o más y casi la mitad carece de seguros de propiedad en sus viviendas. Esto los torna más vulnerables a las inundaciones ante la amenaza del cambio climático.

El también profesor universitario mencionó que, en años recientes, se ha observado un éxodo de vecinos de la comunidad y preocupación entre los que permanecen. Esto debido a la lenta respuesta del Gobierno, la falta de recursos económicos de los residentes e incluso el temor a ser relocalizados, como ha ocurrido en el pasado.

“Cuando vienen estos eventos atmosféricos, el impacto siempre va a ser mayor”, expresó.

Según Ana Navarro Rodríguez, quien trabajó como especialista de calidad del agua en el programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico y es voluntaria de Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, el aumento en la frecuencia de eventos climáticos extremos tanto de lluvia como de sequía empeorará las inundaciones en El Maní.

Para Brenda Ramírez Carrero, de 52 años, es desesperante cada vez que el hogar de sus padres, María Carrero y Jorge Ramírez, se inunda. Sus progenitores tienen que albergarse en un refugio que construyeron en el segundo nivel de su propiedad cada vez que el agua entra en su casa.

Ramírez Carrero ha dedicado tiempo y esfuerzo en intentar que se corrijan los problemas que causan las inundaciones. Los residentes en la calle Villa Ramírez lograron que el Municipio de Mayagüez limpie el canal desde 2012 y que terminara la construcción del sistema de drenaje. Sin embargo, no han conseguido que la ACT o el DTOP le concedan una reunión para discutir los riesgos que les acechan cuando llueve.

La periodista de datos Gabriela Carrasquillo Piñeiro colaboró en esta historia.

Oposición a la quema de gas metano en Mayagüez recibe al gobernador

MAYAGÜEZ: La organización Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente (MSA) recibió al gobernador Pedro Pierluisi con una protesta contra de la ejecución de un plan de conversión que sustituiría el derivado de petróleo que se usa actualmente en la planta generadora de la Autoridad de Energía Eléctrica, también conocida como “Mayagüez Planta”, localizada frente al puerto Sila María Calderón de Mayagüez, por gas metano, el que califican como “un combustible inestable y perjudicial a la salud”

Los ciudadanos aseguran que la decisión se ha tomado “sin consultar al pueblo y sin cumplir con los permisos de agencias reguladoras federales”

“Es altamente preocupante que no haya información, ni educación, ni plan, ni medidas de contingencia informadas a la población sobre cómo se atenderían posibles eventos. Tampoco se sabe si hay un plan de evacuación ante diversos y posibles escenarios”, sostuvo la catedrática jubilada del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), doctora Julia Mignucci. 

El metano, afirmó, que contribuye al calentamiento del planeta, lo vende New Fortress a Genera PR, dos compañías que forman parte de la misma corporación. 

“Usar este combustible fósil detiene y limita la transición al uso de energía renovable como dispone la política pública actual. La propuesta Queremos Sol ha demostrado que usar paneles solares en techos, con baterías y distribuida, cubre y atiende las necesidades de la población usando el sol, que es gratuito. Nos permite generar nuestra propia energía renovable y distribuida”, reafirmo la licenciada Ruth Santiago quien es también miembro del Consejo Asesor sobre Justicia Ambiental de Casa Blanca. 

Según la organización, además de la planta de Mayagüez las generatrices de San Juan y Aguirre también figuran en el plan de conversión a plantas que utilicen metano. Todas administradas por Genera PR. 

“Información, consultas al pueblo o vistas públicas sobre el plan de usar metano en el puerto de Mayagüez brillan por su ausencia. Las decisiones se toman en Fortaleza, en el Negociado de Energía, en la Autoridad de Energía Eléctrica, en Genera PR, en New Fortress y en el Municipio de Mayagüez a espaldas del pueblo”, subraya la doctora Mignucci. 

La organización aprovechó la visita del gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi al puerto mayagüezano para realizar la manifestación. La visita era para oficializar el acuerdo firmado por la administración municipal de Mayagüez y la empresa naviera española Balearia que pondrá en marcha una nueva ruta por mar, entre Mayagüez y el puerto de San Pedro de Macorís en la República Dominicana. 

Mignucci destacó, que el gobierno tiene que “tomar en cuenta que existe una población residente, los que trabajan en el área de la bahía o los que utilizan el área del puerto para embarcar o desembarcar pasajeros o mercancías que al igual que todo Puerto Rico tiene derecho a conocer el alcance de ese plan y los peligros que entraña”

Ojo a la falla sísmica en la bahía: La situación se complica puesto que en el área del puerto de Mayagüez “existe una falla sísmica activa que está en Punta Algarrobo, contigua a la Universidad Carlos Albizu, frente a las Villas Centroamericana y a la Escuela Esteban Rosado Báez”.  

Mignucci recordó que la costa y litoral de la bahía de Mayagüez es área de tsunami y susceptible a marejada ciclónica durante los huracanes que con el calentamiento global se sabe que serán más fuertes y frecuentes. 

“Mayagüez está influenciada por los vientos alisios y también por las cambiantes brisas marinas que durante el día entran a tierra y de noche predominan hacia el mar. Lo que sucede en el puerto se dispersa a grandes distancias más allá del puerto. Es como cuando existían las atuneras que todo Mayagüez olía a pescado abombao”, recalcó la profesora. 

Insistió en que el área del puerto y de la bahía de Mayagüez, está rodeada de múltiples vecindarios, comercios, clínicas, laboratorios, un aeropuerto, una planta de filtración, otra de tratamiento de aguas usadas y un alto tránsito vehicular por las carreteras 64 y PR-2. Indico que: “las costas de Joyuda, Cabo Rojo y Añasco también están en un radio de vulnerabilidad en caso de escapes del gas metano”

Además, “en el área contigua a las instalaciones del Puerto y de Genera PR ubican empresas que almacenan y/o procesan aceites usados, combustibles inflamables diversos al igual que hay gasolineras. En caso de terremotos estas instalaciones son vulnerables y sus combustibles inflamables añaden elementos que interactúen con posibles escapes de gas metano. Genera PR tendría también reservas de combustibles en tanques y/o contenedores en forma cilíndrica”, señaló la científica. 

Mignucci advirtió que a ese escenario se añade que en Mayagüez y Añasco también hay industrias “que almacenan y utilizan cantidades industriales de amoniaco y otros productos químicos que son volátiles y tóxicos. Estas instalaciones son vulnerables en caso de terremotos y los planes de contingencia deben ser conocidos por la población”

Buscan detener lanzamiento de basura biomédica en cuerpos de agua de Mayagüez y Añasco

MAYAGÜEZ: La organización Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente abrió una petición a través de la plataforma Change.org con el propósito de levantar firmas de la ciudadanía para que las personas, agencias gubernamentales o empresas privadas responsables por el problema de lanzamiento de desperdicios biomédicos en cuerpos de agua de esta zona detengan esta desagradable y peligrosa práctica.

La petición tiene el título No a los Desperdicios Biomédicos en las costas de Mayagüez / Añasco / Rincón, cuyo enlace se incluye en esta nota.

Carmen Laura Bonilla, de Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, recordó que se han hecho denuncias que han atraído la atención de varios medios de comunicación que han reseñado el problema.

La petición comienza con una cita de la Fundación Surfrider Rincón, que denunció el pasado 25 de marzo que “mientras visitamos (el Caño) La Puente… recogimos más de 30 bolsas de sangre durante una caminata breve por la playa – hay muchas más por ahí… problema repugnante”.

“Este problema de desperdicios biomédicos en el área oeste se extiende por muchos años ya. Necesitamos llegar al fondo del problema e identificar la fuente de estos desperdicios biomédicos. Desafortunadamente, las investigaciones hechas por agencias gubernamentales a través de los años no han logrado detener la situación”, indicó Bonilla en la petición.

Las denuncias de hallazgos de desperdicios biomédicos se remontan a 1996, cuando se halló evidencia en el Caño La Puente.

“En el 2013, se encontraron 201 bolsas de desperdicios biomédicos en el Sector La Mora, cercano al Caño Boquilla, Mayagüez. En el 2023, volvemos a notificar que hemos encontrado desperdicios biomédicos en esta área. Estimamos que hemos encontrado más de 150 bolsas en el Caño La Puente. Encontramos al menos tres bolsas en la desembocadura del Río Guanajibo, Mayagüez”, añadió.

Este problema representa un peligro de contaminación de agua, pues el Caño La Puente es parte de la desembocadura del Río Grande de Añasco, que suple agua a Añasco, Mayagüez, Rincón, así como a sectores de Hormigueros y Cabo Rojo.

“El potencial impacto a la salud pública. Ya en el 2008, un informe del Departamento de Salud indicaba que estos desperdicios podrían causar enfermedades tales como Hepatitis B, enfermedades gastrointestinales y conjuntivitis”, apuntó Bonilla.

Limpiemos la costa del Caño Boquilla de Mayagüez el 18 de marzo

Por: Carmen Laura Bonilla, Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente

El próximo sábado, 18 de marzo, el grupo comunitario Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente hará una limpieza costera en el Caño Boquilla de la Sultana del Oeste. El evento comenzará a las 8:30 de la mañana. Todos están invitados. Especialmente la comunidad del área, estudiantes que necesitan horas de contacto verde, sus padres y encargados. Todos son bienvenidos.

Afortunadamente, las limpiezas playeras son populares en Puerto Rico. El verano pasado, por ejemplo, el artista Bad Bunny convocó limpiezas playeras alrededor de nuestro archipiélago. Más allá de quién convoque, las limpiezas playeras cumplen un rol crucial.

Comencemos por reflexionar sobre lo que nos proveen las playas. Las playas nos ofrecen oportunidades de recreación. Algunos las usan para navegar, nadar. Pescadores proveen sustento a sus familias gracias a la pesca que capturan en el mar. Aquel o aquella que desee disfrutar desde la arena, camina, recolecta objetos, observa aves, juega y toma sol. En momentos de tormentas y huracanes, las playas nos defienden contra las olas y su vegetación nos defiende contra fuertes vientos.

Más allá de cómo los humanos nos beneficiamos de las playas, pensemos también en los animales y plantas que habitan allí. En caño Boquilla, por ejemplo, he observado iguanas, he escuchado múltiples aves. La vegetación incluye mangles rojos, mangles blancos y otras plantas. Todos seres que viven y necesitan de un medio ambiente limpio y saludable para vivir, reproducirse y contribuir al ecosistema.

Por otro lado, conocemos sobre el problema que venimos arrastrando por décadas en Puerto Rico sobre la basura en nuestros cuerpos de agua y los vertederos clandestinos. Es importante ganar conciencia de que la basura contamina nuestros cuerpos de agua y puede resultar en enfermedades, como lo son infección e inflamación de la piel, estómago, ojos y oídos, verrugas en la planta del pie al igual que la enfermedad conocida como pie de atleta, hongos y parásitos, entre otros.

El problema de la basura en nuestros cuerpos de agua también afecta a animales. Cuando tiramos escombros al agua, los animales que quedan enredados en éstos podrían morir sofocados o ahogados. Cuando tiramos plástico a la arena, con la marea es fácil que éste llegue al agua. Muchas especies animales confunden plástico con alimento y lo ingieren, lo que les causa la muerte. Los cadáveres de aves marinas se han examinado, encontrando en sus estómagos desperdicios plásticos como tapas de botellas de refresco. Evidencia de esto se puede encontrar en videos disponibles en la página web YouTube.

Las plantas se ven afectadas también. La basura puede asfixiar plantas y corales acuáticos. También puede interferir con su crecimiento.

En fin, hay muchas buenas razones para limpiar nuestras costas y playas. Por eso, te invitamos a que te unas el sábado, 18 de marzo, a las 8:30 a.m., en Caño Boquilla. Para más detalles, puedes visitar la página de Facebook de Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, https://www.facebook.com/mayaguezsaludyambiente/

La columna de Iván: La planta de carbon… Crónica de una contaminación anunciada

Depósito de cenizas de carbon (Archivo).

Depósito de cenizas de carbon (Archivo).

Por: Iván Vargas Muñiz, líder obrero del Oeste y miembro de la UIA-AAA

Hace ya varias semanas, la periodista Damaris Suárez ha estado reseñando en su programa radial, una investigación realizada por el Centro de Periodismo Investigativo acerca de los efectos de las cenizas de la planta de carbón de AES en Guayama.

Una serie de reportajes completos y bien explicados de lo que reflejó dicha investigación acerca de los efectos a la salud, al medio ambiente, hasta donde han llevado dichas cenizas, el contenido de éstas, violaciones a leyes ambientales y contratos, permisos nebulosos entre otros.

La investigación realizada por el también periodista Omar Alfonso, director de un periódico regional del Sur y un científico de la Universidad de Puerto Rico, destapa un escándalo ambiental y administrativo de grandes proporciones, a tal punto que cenizas de la planta de Guayama han sido depositadas en lugares como la República Dominicana, así como también en distintos pueblos del país.

Lo cierto es que la planta de Guayama no fue la primera que se propuso en la isla para generar energía de las llamadas fuentes renovables. De hecho, para finales de la década de los ‘80 y principios de los ’90, se propuso para Mayagüez una planta similar, pero de la empresa COGENTRIX.

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Recuerdo claramente que Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, se dieron a la tarea de organizar a sectores del pueblo, en alianza con sindicatos y distintas organizaciones políticas y comunitarias. En esa época, ya se conocía bastante de los efectos nocivos a la salud y el ambiente de éstas cenizas. Inmediatamente se comenzó toda una lucha para evitar a toda costa que dicha planta se ubicara en esta parte de la isla.

Se inició toda una campaña informativa a través de medios de prensa, utilizando el mecanismo de comunicados y conferencias de prensa, se visitaron comunidades, se organizaron incluso manifestaciones de distintos tipos para dejarse sentir en contra de esta planta.

En aquella ocasión, Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente, que contaba en aquel momento y aun hoy cuenta en su organización, con científicos, que a su vez eran profesores del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR, detallaron el contenido de las cenizas producto de la quema de carbón y sus efectos nocivos, tanto a la salud como al medio ambiente.

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Muchos, incluyendo al propio gobierno, no le dieron la importancia que tenía, ante lo que alegaba esta organización que contenían dichas cenizas ni de sus efectos.

Hoy, poco más de 20 años después se revela que la AES de Guayama, nos está contaminando el aire, la tierra y muy posiblemente los acuíferos que se utilizan para abastecer agua a distintas comunidades. Lo que en la década de los ‘80 era simplemente unos señalamientos de un grupito del Oeste, hoy es más que una pesadilla hecha realidad.

Las cenizas están siendo utilizadas como relleno en obras como centros comerciales y urbanizaciones, poniendo en riesgo ríos subterráneos, también se utilizan como material de construcción, que al barrenar paredes de cemento hecho con éstas cenizas, la persona puede aspirarlo. Además, durante su transporte en camiones, las cenizas son levantadas por el viento y transportadas vía aire, a saber Dios dónde.

Este reportaje demostró que se incumplió un contrato con la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), que disponía que no se depositarían estas cenizas en Puerto Rico, se violaron permisos de la EPA, y de la Junta de Calidad Ambiental, que prohibían la disposición de cenizas; y lo que es peor, consiguieron que, tanto la EPA como Energía Eléctrica aprobaran el depósito de éstas aquí, en Puerto Rico, básicamente sin ningún tipo de controles ambientales, tanto en transporte como en la disposición.

Hoy, lo que hace más de 20 años se le dijo al país que podía ocurrir con las cenizas, está ocurriendo en nuestras narices y estamos calladitos.

Sabemos que necesitamos fuentes renovables de energía, pero no puede ser poniendo en riesgo la salud y el ambiente de todo un país.